Academia

Richard H. Driehaus, in memoriam X Premio ‘Rafael Manzano’

16 de noviembre de 2021

Desde Chicago, el filántropo norteamericano Richard H. Driehaus (1942-2021) impulsó y honró durante décadas a quienes trabajan para construir un mundo mejor y más sostenible. Enamorado del patrimonio español, gracias a su apoyo y generosidad quienes practican la arquitectura, el urbanismo, las artes y los oficios propios de las diversas regiones ibéricas han sido objeto de valoración pública en los últimos años por su experiencia y su buen hacer.

La dedicación de Richard H. Driehaus al cuidado de las tradiciones y del patrimonio cultural españoles le valieron el ingreso en el año 2015 en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando como académico honorario. Las múltiples iniciativas acometidas gracias a él para apoyar a los artesanos y arquitectos han recibido el reconocimiento de instituciones como Hispania Nostra y los Premios de la Unión Europea-Europa Nostra. Estos galardones se sumaron a los recibidos por Driehaus de las múltiples instituciones que reconocieron la importancia de su mecenazgo a nivel internacional, con premios como los otorgados por la Society of Architectural Historians, el American Institute of Architects, la Chicago Architecture Foundation, el National Trust for Historic Preservation, Landmarks Illinois o la Sir John Soane’s Museum Foundation, entre otros muchos.

A Richard H. Driehaus se debe la creación en España del Premio de Nueva Arquitectura Tradicional que lleva el nombre del académico Rafael Manzano, el único español galardonado con el premio internacional Richard H. Driehaus, el mayor galardón de arquitectura existente en los Estados Unidos. También creó la Red Nacional de Maestros de la Construcción Tradicional, donde se reúne y da visibilidad a los mejores maestros de las artes de la construcción en las distintas regiones españolas, que siguen ejerciendo su oficio. Con el mismo fin puso en marcha los Premios Richard H. Driehaus y las Becas Donald Gray de las Artes de la Construcción, que cada año honran a los mejores artesanos en ese campo y les ofrecen apoyo para la formación de nuevos aprendices, dando continuidad a los oficios. También encontraron aliento y apoyo en Driehaus los arquitectos comprometidos con el uso de materiales naturales, con la actualización de las soluciones heredadas para alcanzar la sostenibilidad y con las formas y las técnicas que conservan y dan continuidad al carácter propio de las diversas regiones españolas. Estos profesionales son hoy reconocidos con el Concurso de Arquitectura desarrollado en colaboración con los ministerios de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana y de Cultura y Deporte.

La intensa actividad impulsada por Richard H. Driehaus de forma continuada durante la última década, ha incluido además otros proyectos culturales, como congresos, cursos, exposiciones, publicaciones y diversas iniciativas que han acercado al público nacional e internacional valores a menudo olvidados del magnífico patrimonio urbano y cultural ibérico. Acciones que mantienen vivo el legado de este mecenas de las artes y continuarán dedicadas a promover aquello que fue su pasión y que dejó su nombre unido a la cultura española.

 
X Premio ‘Rafael Manzano’ de Nueva Arquitectura Tradicional

El Premio Rafael Manzano de Nueva Arquitectura Tradicional tiene como objetivo reconocer el valor del patrimonio arquitectónico tradicional en el ámbito geográfico de España y Portugal, particularmente en la restauración de monumentos y conjuntos urbanos de valor histórico-artístico así como en la realización de proyectos de nueva planta que, basados en las tradiciones locales, se integren armónicamente en dichos conjuntos. Su finalidad es reconocer a los arquitectos que a lo largo de su carrera profesional han contribuido con su obra a la conservación, preservación y adaptación a las necesidades contemporáneas de las tradiciones constructivas, arquitectónicas y urbanas.

El Premio se concedió por primera vez en octubre de 2012. Desde entonces, se ha otorgado anualmente a arquitectos en activo. En 2017, gracias a la colaboración de la Fundaçao Serra Henriques y la Ordem dos Arquitectos, y con el alto patrocinio del presidente de Portugal, se extendió también a este país, además de España, otorgándose a arquitectos que ejercen la profesión en cualquiera de los dos estados.

Convocado por INTBAU (International Network of Traditional Building Architecture and Urbanism), gracias al generoso apoyo de The Richard H. Driehaus Charitable Lead Trust, cuenta con la colaboración de la Fundación Ekaba, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, la Fundação Serra Henriques e Hispania Nostra. El Premio toma su nombre del académico y arquitecto gaditano Rafael Manzano Martos, quien ha dedicado su vida profesional a la salvaguarda del patrimonio arquitectónico y urbanístico español, tanto a través de la restauración como del diseño de nuevas arquitecturas basadas en ese patrimonio.

El décimo Premio ‘Rafael Manzano’ de Nueva Arquitectura Tradicional ha sido otorgado al arquitecto Sergi Bastidas, quien ha trabajado principalmente en Mallorca, tanto en obra nueva como en rehabilitación. Los edificios que diseña parecen fundirse con el territorio en el que se implantan, gracias a su atención a la topografía, el clima, los materiales y las tradiciones constructivas locales, la forma en que históricamente se ha utilizado el lugar, la vegetación y el paisaje. Es por ello un gran defensor de los materiales de construcción naturales y sostenibles, aquellos que además aportan calidez y humanidad a sus obras: la piedra, la cal, la madera, la caña, etc.

La tercera medalla Richard H. Driehaus a la Preservación del Patrimonio ha sido concedida al gestor cultural José María Ballester, en reconocimiento a su trayectoria profesional, en la que ha destacado por promover y poner en práctica una noción amplia e integradora del patrimonio, sin desligarlo del paisaje y el territorio, de sus recursos naturales y económicos, de su cultura y de sus saberes tradicionales. Esta visión le ha llevado a poner en marcha iniciativas de desarrollo rural que toman como base el patrimonio así entendido y que buscan generar riqueza y fijar población potenciando los propios recursos naturales y culturales locales.  
El financiero, filántropo y coleccionista de arte Richard H. Driehaus (1942-2021) nació y se crio en Chicago. Fue el fundador de Driehaus Capital Management, y según la revista Barron’s, uno de los veinticinco financieros más influyentes del siglo XX. Durante gran parte de su vida volcó sus habilidades empresariales en el campo del mecenazgo, lo que le convirtió en uno de los mayores filántropos de EEUU.

El Sr. Driehaus centró su atención y energía en una amplia variedad de proyectos filantrópicos y de servicio comunitario, de forma individual, y a través de los esfuerzos de The Richard H. Driehaus Foundation y el Charitable Richard H. Driehaus. Desde que creó The Richard H. Driehaus Foundation en 1983 donó, entre otras aportaciones, treinta millones de dólares a su antigua universidad, la DePaul Business School, entregó cuatro millones de dólares anuales en becas y apoyó múltiples proyectos de restauración del patrimonio artístico. De igual modo, con The Richard H. Driehaus Charitable Lead Trust contribuyó con múltiples planes de ayuda a la comunidad. Con ambas Fundaciones pudo completar proyectos que superaron los cien millones de dólares.

Apasionado coleccionista de arte, en el año 2003 creó el Driehaus Museum de Chicago y con su extensa labor filantrópica contribuyó a rediseñar el mundo del arte y la arquitectura en EEUU. En el año 2003, el Sr. Driehaus instauró elRichard H. Driehaus Prize que, dotado con 200.000 dólares, se sigue otorgando anualmente en la Universidad de Notre Dame a arquitectos representativos de las diversas tradiciones clásicas, cuyo impacto artístico refleja su compromiso con la conservación de la cultura y el medio ambiente.

En el año 2012 creó el Premio de Arquitectura Clásica y Restauración de Monumentos ‘Rafael Manzano’, actualmente Premio ‘Rafael Manzano’ de Nueva Arquitectura Tradicional, que con 50.000 euros es el galardón de arquitectura mejor dotado de España.
Sergi Bastidas, nacido en Barcelona, fundó en 1979 su primer estudio de arquitectura, BB-Architects, origen de su estudio actual, Bastidas Architecture. Inició su carrera profesional en la propia Barcelona, donde trabajó con Enric Franch Miret, su mentor, con quien colaboró en varios concursos de ADI-FAD. Durante sus casi cuarenta años de carrera ha trabajado en las Islas Baleares, Barcelona, París, Nueva York y Marrakech. Después de varios años colaborando con sus hijos Gerard y Boris, desde 2020 ambos han pasado a formar parte del equipo directivo de Bastidas Architecture.

Una de las cualidades más destacadas de su trabajo es que, al terminar cada una de sus obras, éstas parecen haber sido siempre parte del lugar y sólo una mirada entendida es capaz de discernir fácilmente si se trata de restauraciones o nuevas obras, qué elementos existían y cuales han sido añadidos. El paisaje y la cultura locales se convierten, así, en los protagonistas de cada proyecto.

Entre sus muchas obras en Mallorca destacan el Hotel Can Ferrereta, en Santanyí, resultado de rehabilitar y ampliar un edificio del siglo XVIII; la recomposición y restauración del palacio del siglo XVIII Can O’Ryan, en Palma de Mallorca, para convertirlo en el espacio comercial “Rialto Living”, o las múltiples casas de campo que ha diseñado, restaurado o ampliado, tales como Sa Barralina, organizada en torno a un patio central, Son Garrot, resultado de la agregación de varios volúmenes o la más vernácula Es Puig. En cuanto a sus obras fuera de España, por su utilización de formas y sistemas tradicionales, y en especial de la construcción con tierra, es particularmente interesante su reforma y ampliación de la escuela de Ameskar en Marruecos.
José María Ballester comenzó su carrera profesional como periodista primero en el diario Madrid y, después, en ABC Blanco y Negro, donde se ocupó de una sección especializada en patrimonio y urbanismo. Cuando España entró en el Consejo de Europa, José María Ballester ganó un concurso de oposición que en adelante le permitió defender el patrimonio desde este organismo internacional. Allí colaboró con Marcelino Oreja, a quien cuenta entre sus principales maestros. 

Su experiencia en la materia le ayudó a comprender que el patrimonio no podía entenderse ni conservarse como una serie de elementos singulares desligados del territorio que los alberga, de sus recursos naturales, de sus pobladores o de sus tradiciones, lo que denomina la “inteligencia” del territorio, pues todo ello se encuentra íntimamente conectado.

Gracias a esta visión transversal del patrimonio, se reformó la estructura del Consejo de Europa relativa a esta materia para crear una única Dirección de Cultura del Patrimonio Cultural y Natural, con lo que quedó así consolidado su necesario entendimiento como una riqueza vinculada estrechamente al paisaje, a su cultura y a su estructura socioeconómica, a los saberes ancestrales que han permitido no sólo habitarlo, sino también generar riqueza sin agotar para ello sus recursos. 

Entre sus muchos logros como director de Cultura del Patrimonio Cultural y Natural del Consejo de Europa estuvieron su activa participación en la creación y puesta en marcha de los Itinerarios Culturales Europeos, el primero de los cuales fue el Camino de Santiago (1987), en la protección del patrimonio de los Balcanes en el marco del conflicto bélico que afectó a la región y en la reestructuración del patrimonio en países como Georgia tras la caída de la Unión Soviética. Uno de los últimos documentos internacionales que se redactaron durante su mandato fue el Convenio Europeo del Paisaje (Florencia, 2000), en el que precisamente se impulsó la noción de que la conservación del paisaje debe entenderse de forma amplia, como gestión del propio territorio, del entorno de la vida humana, sin definir unos paisajes más o menos importantes que otros y sin desligarlos de las personas que habitan en ellos y del legado inmaterial del que son depositarios, de su entendimiento y su conocimiento.

Al dejar el Consejo de Europa en el año 2003, por encargo de la Fundación Botín, presidida entonces por Emilio Botín, José María puso en marcha el Programa ‘Patrimonio y Territorio’ de dicha Fundación. Se trata de un proyecto pionero de desarrollo rural, dirigido no sólo a conservar el patrimonio del medio rural, sino también a generar riqueza, a fijar población y a potenciar los recursos propios del territorio en el que se ha implementado, primero en el Valle del Nansa y Peñarrubia y ahora también en Valderredible.

Este programa fue una temprana apuesta por la conectividad y por la dinamización y modernización de los sectores económicos ya existentes en el lugar, de forma que pudieran generar más y mejores oportunidades para sus habitantes sin que se perdieran la cultura y los recursos naturales locales. 

De esta forma, desde un comienzo el programa asumió que el patrimonio reside en todos los recursos económicos, culturales, naturales y paisajísticos que hay en un territorio e integró por ello a todos los agentes e instituciones locales.

José María Ballester es además socio fundador de Hispania Nostra y ha estado muy activo durante años en los órganos de gobierno de Europa Nostra y como jurado de los premios europeos de patrimonio.
 
Esta dolorosa situación universal que nos ha tocado vivir y que ha humillado, como un castigo bíblico, el orgulloso despotismo científico de nuestro tiempo, ha venido a introducirse en cada casa, arrancándonos hermanos y parientes, maestros y discípulos y otros tantos amigos entrañables. Unos, heridos por el virus, ignoto y misterioso, desconocido por la más avanzada medicina moderna. Otros, por la reactividad humana a improvisadas vacunas y medicamentos, otros reavivando olvidadas toxinas y defensas que convivían en nuestros gastados organismos, más o menos agotadas por la vida estresante de nuestro tiempo.

Este entrañable grupo de amigos que nos rodea, llora, ha llorado en estos meses pasados y seguirá llorando en España el recuerdo de un amigo tierno, inolvidable y singular, Richard H. Driehaus. Consejero óptimo desde su juventud en tierras de América, de inteligentes imposiciones fiduciarias y de otras actividades económicas y que, muy tempranamente en su vida, quiso poner los beneficios de su trabajo cotidiano no al propio enriquecimiento personal sino al mecenazgo artístico, concebido como una forma de ejercicio de la caridad cristiana.

Richard H. Driehaus fue un hombre que descubrió, como pocos, ·la belleza de la arquitectura y de las artes, que la humanidad ha acumulado en su irrenunciable herencia del pasado, ya disminuida y deteriorada por mil guerras y desastres y que él ha intentado salvar como el más importante legado de la historia.

Pero se trataba, no solo de conservar, consolidar o restaurar este riquísimo, aunque deteriorado, patrimonio universal, sino de conseguir que nuestro siglo lo disfrute, lo aumente y enriquezca con nuevas preseas, sin destruir esa herencia y utilizando el olvidado clasicismo como un instrumento seguro y eficaz, capaz de prolongar ese pasado creador, plasmado en el paisaje urbano de las ciudades históricas y del paisaje rural humanizado por manos de la arquitectura, cuyas obras y ruinas del pasado constituyen su mejor complemento.

No queriendo actuar frente a otros premios que intentaban estimular la modernidad arquitectónica sino en búsqueda paralela de un lenguaje no destructivo de la gran herencia urbana, dedicó sus energías a la creación de una Fundación dedicada al fomento de la enseñanza y a la creación de un nuevo y moderno clasicismo, capaz de crear una arquitectura actual compatible con la conservación de los sitios históricos.

La Universidad Notre Dame de Indiana y su Escuela de Arquitectura, siempre apoyada por Richard H. Driehaus ha sido el más perfecto ensayo docente de esta teoría salvadora de lo poco que nos va quedando de esta rica y maltratada herencia universal.

En paralelo en los premios a la modernidad arquitectónica, ejercida sin la necesaria autocrítica, en muchos casos impositiva y destructora del pasado, él creó los premios al equilibrio y la belleza clásica, a la conservación de las viejas técnicas de la construcción, premios que hoy seguimos entregando y que queremos que sean el mejor testimonio en su recuerdo.

Dos príncipes de la arquitectura han colaborado con él en este empeño: uno, el Príncipe de Gales, que desde hace muchos años inició la lucha y defensa de las ciudades históricas, especialmente de Inglaterra a través INTBAU, nuestra mejor compañía en esta prodigiosa aventura. El otro es el Aga Khan, que también inició desde su propia Fundación, que tuvo días gloriosos, la defensa del patrimonio arquitectónico del islam, luego desgraciadamente, un tanto desvirtuada por intereses extraños. Y en España fue Leon Krier, finísimo inspector universal de todas las arquitecturas que se construyen en el mundo, el que cruzó sus caminos con los de la Fundación de Richard H. Driehaus. Hoy, unidos desde una decena de años con la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, que tiene la defensa del clasicismo y de la perfección arquitectónica como uno de sus primeros fines.

Hoy también en su nombre y, en su recuerdo, se entregan los premios anuales por él creados a un arquitecto excepcional, D. Sergi Batidas “clásico pero moderno”, como lo hubiera definido D. Modesto López Otero, inolvidable director de esta casa, que afincado en las islas Baleares viene realizando una obra arquitectónica profundamente integrada en aquel paisaje.

Con él accede este año a la tercera medalla, que lleva el nombre de Richard H. Driehaus su fundador, un protector y mecenas de la arquitectura y del paisaje montañés y marítimo de Cantabria, desde los puestos del Banco de Santander y de la Administración a los que ha pertenecido, D. José María Ballester, estudioso del arte y humanista, siempre fiel en la defensa de las causas aparentemente perdidas.

Con ello damos la eterna despedida a Richard H. Driehaus, como académico de Honor propuesto en los días del inolvidable D. Antonio Bonet y recibido en esta casa en solemne sesión pública bajo la presidencia de D. Fernando Terán. Allí nos obsequió con un discurso nacido del alma, sobre su “sentido del sitio” urbano como condicionante clásico de la arquitectura y su encaje en el paisaje de la ciudad, referido en su caso al fragmento de la trama urbana de Chicago formado por un cruce de calles, que fue cuidando a lo largo de su vida, restaurando los edificios que iba adquiriendo para su uso como oficinas, museo y salón de entrega de los premios con que mantuvo vivo el estímulo a la arquitectura tradicional. En la Academia enriqueció la sala de arquitectura con la maqueta del proyecto de Juan de Villanueva no ejecutado del Museo del Prado, cuyos planos y planes atesora esta Corporación. Pero, sobre todo fue un académico ejemplar, que tras su toma de posesión nos visitó todos los años hasta su muerte, en tres ocasiones anuales, en coincidencia con los jurados de los premios y su correspondiente entrega.

Nos reunimos una vez más, sin su presencia, entregando su recuerdo, en un año especialmente doloroso para ésta que consideramos su gran familia española, con la presencia de sus fidelísimos amigos, el matrimonio Gallo, y nuestra queridísima Carol Wyant, además de los representantes de INTBAU, la Fundación del Príncipe de Gales hermanada a nosotros desde los primeros momentos de la implantación de los premios Driehaus en España, recordando a Richard como a Jorge Manrique en las coplas por la muerte de su padre:

Assí, con tal entender, / todos sentidos humanos / conservados, cercado de su mujer / y de sus hijos e hermanos / e criados, / dio el alma a quien se la dio / (el cual la ponga en el cielo en su gloria), / que, aunque la vida perdió, / déxonos harto consuelo su memoria.

Rafael Manzano Martos
 

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