Academia

Miguel Rodríguez Acosta-Carlström en la memoria

27 de enero de 2025

El pintor Miguel Rodríguez Acosta-Carlström, (Granada 1927 – Granada 2025), fue recordado en la Academia con el elogio pronunciado por la arquitecta Ángela García de Paredes de Falla.

Miguel Rodríguez-Acosta fue un destacado pintor, grabador y mecenas granadino, conocido por su vinculación con las artes y la arquitectura. A lo largo de su trayectoria artística evolucionó desde el realismo hacia la abstracción. Promotor activo de la cultura granadina, apoyó a jóvenes artistas y colaboró con instituciones. La Fundación Rodríguez-Acosta, que presidió durante 70 años, es reflejo de su visión del arte como un conjunto integral, donde se fusionan diversas disciplinas artísticas.

Su influencia también abarcó la arquitectura, siendo el carmen blanco, sede de la Fundación, un ejemplo de la conexión entre el arte y la edificación. A lo largo de su vida, Miguel Rodríguez Acosta-Carlström fomentó la colaboración entre artistas y arquitectos, y su legado incluye proyectos de vanguardia en la arquitectura bancaria. Su mecenazgo impulsó numerosas exposiciones, becas y publicaciones, contribuyendo a la cultura, la investigación artística y la promoción de la vanguardia.

Durante el acto, el organista Daniel Oyarzábal interpretó una transcripción para órgano de El círculo mágico, de El amor brujo de Manuel de Falla, y el tercer movimiento del Concierto en la menor BWV 593 de Johann Sebastian Bach.

Excmo. Director, Excmos. Académicos y Académicas,

Queridos Ana, Miguel, José María, Manuel, Fernando y Rafael, muy querida May en el recuerdo, Familia y amigos de Miguel Rodríguez-Acosta Carlström,

Amigos y amigas,

No es habitual que sea una arquitecta a quien nuestra Academia le encomiende la laudatio de un pintor, tarea comprometida ante los distinguidos artistas que hoy nos acompañan para recordar al Excmo. Miguel Rodríguez-Acosta Carlström, pero de una parte su cercanía familiar y de otra, su atención, amor y generosidad hacia las distintas formas de expresión artística y hacia la arquitectura, en particular, hacen que sea para mí especialmente emocionante hablar en su memoria. Así el recuerdo de su elegancia personal, del pintor de extraordinaria sensibilidad y su vínculo con otros artistas, me han suscitado reflexiones sobre un mundo del arte ampliado en el que sus límites se entrelazan.

Miguel Rodríguez-Acosta fue un pintor vocacional, se formó muy joven junto a su tío, el pintor José María Rodríguez- Acosta. Recibió clases de dibujo y pintura en la Escuela de Artes y Oficios de Granada y más tarde en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, que estaba en este mismo edificio donde conoció a Joaquín Valverde, a quien consideraba su maestro, que le inició en los viajes a Italia. Muchos son sus reconocimientos: medallas en las Exposiciones Nacionales de 1954, 1957 y 1960, Premio del Círculo de Bellas Artes del Salón del Grabado y de la Estampación en 1978, Premio del Ministerio de Cultura de la Bienal de Marbella de 1983, Premio Internacional de Grabado de Venecia de 1986, Premio Nacional de Grabado del Museo de Grabado Español Contemporáneo de 1997, Gran Cruz de Isabel la Católica en 2001, Medalla de Andalucía en 2013, entre otros.

Su trayectoria como pintor, ilustrador y grabador fue detenidamente relatada el 25 de mayo de 1986 por José Manuel Pita Andrade en su discurso de contestación al de Miguel Rodríguez-Acosta, cuando tomó posesión como académico, en el que resalta su sensibilidad, precisión en el diseño y rigor en la composición. Las iniciales naturalezas figurativas de los años cincuenta se tornaron en una visión más abstracta de la realidad, en paisajes de luz mediterránea llenos de color y luz, en impresiones de trozos de naturalezas y fragmentos de paisajes, siempre atento a la vanguardia, hasta llegar a una definitiva refinación y abstracción. Como ilustrador colaboró con la revista Litoral, en los números dedicados a la poesía árabe1 y en muchas cuidadas ediciones. Trabajó en el estudio de la planta alta del Carmen Blanco, que fue también el estudio de José María Rodríguez-Acosta, en la colina del Mauror en Granada donde fundó en 1973 el Centro de Experimentación de Artes Gráficas de gran proyección cultural, con el taller de grabado donde apoyó a jóvenes artistas.

En su estudio, como documentan las fotografías, los lienzos de Miguel se presentaban, preparados los fondos de colores vivos y luminosos, rigurosamente ordenados y clasificados por formatos cuadrados y apaisados, los más pequeños sobre el suelo, los más grandes apoyados sobre la pared, sobre un sofá de cojines multicolores, sobre una cómoda antigua o en caballetes verticales de madera, tal vez los de su tío José María. Hay un orden cartesiano desplegado en toda la estancia, incluso en la mesa blanca de trabajo que apoya sobre borriquetas de madera, que solo rompe el giro de 45 grados del caballete que sostiene un lienzo cuadrado y rojo. En el mismo y exacto ángulo, una mesa baja con cientos de pinceles ordenados, frascos de pintura en uso y útiles de dibujo nos expresan el carácter ordenado, sensible y laborioso del pintor. El caballete mira hacia el cuadro La noche del pintor José María que habitó antes este taller y sobre las paredes cuelgan solo los cuadros del primer pintor como no queriendo imponer Miguel un carácter definitivo sobre el taller original.

Pero, en esta laudatio es necesario exponer una faceta de Miguel Rodríguez-Acosta, más amplia y generosa hacia las artes que el trabajo artístico individual, que atañe a lo colectivo, a lo que se hace para otros y con otros en el mundo del arte, a aquello que necesitamos compartir con nuestras disciplinas artísticos, actividades que Miguel llevó a cabo desde la Fundación Rodríguez-Acosta, que presidió durante setenta años y que fue premiada por la Academia en 1970 con su Medalla de Honor y también desde el Banco de Granada, que presidió y que recibió la Medalla de Honor de la Academia en 1977.

En su discurso de ingreso en la Academia El Mecenazgo, misión, ética y comportamiento histórico, Miguel valoró la necesidad del apoyo a la producción artística a través de la relación entre mecenas y artistas a lo largo de la historia, vinculando unos nombres y otros, y ya en el siglo XX describiendo las colecciones de arte de bancos y fundaciones. Y es que Miguel Rodríguez-Acosta fue pintor y banquero, impulsor de la obra de tantos artistas y de la vanguardia cultural granadina fomentando becas, ayudas a la investigación, promoción de las artes plásticas, conciertos, conferencias, publicaciones…

Tan solo visitando la biblioteca de esta Academia, abruma la colección de cuidados catálogos2 que Miguel Rodríguez- Acosta editó en los años setenta desde el Banco de Granada para las exposiciones en las que apoyó a jóvenes artistas: Manuel Ángeles Ortiz, Manuel Rivera, Francisco Echauz, Manuel Villaseñor, Josep Grau-Garriga, Eusebio Sempere, José Luís Sánchez, José Guerrero… Exposiciones de temas diversos como fue la de Pequeñas esculturas de grandes escultores, de fotografía como fue la de Jaime y Jorge Blassi que en 2003 expusieron también en la Fundación Rodríguez- Acosta sus Jardines y árboles de Granada con textos de Gerardo Diego y Santiago Rusiñol juntamente con los Encuentros Manuel de Falla.

Su vínculo con la arquitectura fue temprano, a través del hermoso edificio de la Fundación Rodríguez-Acosta, el Carmen Blanco, que fue construido entre 1914 y 1928 para sí mismo por José María Rodríguez-Acosta, que inspiró el proyecto en el que trabajaron diversos arquitectos, entre ellos Teodoro de Anasagasti. Un carmen, etimológicamente es un ¨jardín cerrado, una pieza arquitectónica completa de la que la casa es solo una parte"3. Los jardines del carmen cargados de referencias clasicistas, columnatas, templetes y mármoles romanos, componen un escenario con un fondo de cipreses verticales que Miguel habitó desde niño. Pero fue en Roma en la Academia de España en los años 50 cuando toma contacto con la arquitectura contemporánea cuando inicia amistad con los arquitectos Carvajal y García de Paredes, mi padre, y con artistas de su tiempo como Echauz, Beulas y García Donaire, pensionados entonces en la Academia.

La colaboración entre arquitectos y artistas esos años, como sucedió en la Trienal de Milán de 1957, aunaba distintas artes con un entusiasmo común. La arquitectura contemporánea comprendida como un valor que había que cultivar, que incentivar, llevan a Miguel Rodríguez-Acosta, como presidente del Banco de Granada desde 1964, a promover obras que rompían con la anodina arquitectura bancaria del momento, como ya sucedía en Europa. Y como su tío José María, que había compaginado también la administración de la antigua banca familiar con la pintura, Miguel sintió esa fascinación por la arquitectura en la que habitan las personas y el arte.

Así encarga a García de Paredes una serie de sucursales bancarias que se completaron con escogidos muebles modernos de Minvielle o Jacobsen, tejidos de la artista húngara Clara Szabó o piezas del artista Jesús de la Sota, quien también realiza el moderno mobiliario de la vivienda de Miguel en Madrid. A la abstracta primera sucursal bancaria en Madrid en 1965, fotografiada por un joven Alberto Schommer, le siguieron una serie de oficinas y edificios para el Banco en Granada en otras ciudades4 en los años setenta y también una cercana amistad y viajes por Italia con el arquitecto para visitar museos y arquitecturas antiguas y contemporáneas, ir a festivales de música y para escuchar óperas, su pasión musical.

La comprensión de la arquitectura de Miguel Rodríguez-Acosta y su vinculación a las demás artes la conocí de su mano, siendo adolescente, en la visita en la que nos llevó a May y a mí a la Fundación Maeght, en Saint-Paul-de-Vence, en Francia cuando completaba allí su aprendizaje como grabador y donde en 1979 realizó los grabados Sonetos del amor oscuro de Federico García Lorca con una introducción de Jorge Guillén. Su amigo el marchante francés Aimé Maeght había encargado a Josep Lluís Sert el 1964 este museo después de visitar el nuevo estudio del pintor Joan Miró y en la concepción de cada espacio Sert colaboró con los artistas que allí iban a exponer sus obras. La Fundación Maeght, síntesis de la arquitectura con los espacios exteriores, con árboles y estanques, con la pintura y con la escultura, tal vez llevaría a Miguel a pensar en la creación de una residencia para artistas y un taller de grabado, que vinculara arquitectura, pintura, grabado y escultura en el Carmen Blanco en su Granada.

Siempre pensé que el proyecto no construido de García de Paredes de esos años para la ampliación de la Fundación, que albergaba en sus pequeños volúmenes fraccionados entre los cipreses una residencia para jóvenes artistas y talleres, era un proyecto de ambos, del arquitecto y del pintor, en una simbiosis en la que aportaron sensibilidades y conocimientos, en una relación de intereses compartidos, de trabajo conjunto y de amistad sincera. Por un motivo u otro, que desconozco, el proyecto se fue transformando hasta convertirse en el Museo Gómez-Moreno, construido ya en los años 80, tras la cesión del legado del arqueólogo e historiador Gómez-Moreno a la Fundación Rodríguez-Acosta cuando el taller de grabado ya acogía desde sus comienzos a numerosos artistas españoles y extranjeros por su modernidad y prestigio.

La construcción que alberga el centro de estudios, en el nivel del Patio de Venus del carmen, se encaja en la abrupta topografía entre las calles Aire Alta y Niños del Rollo y el volumen de la sala de exposiciones es invisible en el paisaje. Es un prisma limpio y blanco rematado en su testero por una exedra semi octogonal y un pequeño volumen octogonal. Desde la calle, una puerta sobria abierta en la tapia blanca da acceso al patio de tal manera que cuando se camina hacia Torres Bermejas y se pasa delante de la portada del Carmen, la puerta entreabierta sólo deja ver el paisaje y la luz de la vega de Granada y no se ve ningún edificio. El Museo es un “no edificio” que es, sin embargo, la consecuencia de la depuración conjunta entre ambos de sucesivos proyectos durante casi una década.

Debo referirme en este punto al cuidado libro El Carmen Rodríguez-Acosta que en 2001 edita la Fundación Rodríguez- Acosta con la investigación exhaustiva que hace Rafael Moneo de este edificio, preciosas fotografías y planos y cuyo prólogo escribe Miguel Rodríguez-Acosta como una más de las iniciativas editoriales que tuvo. Moneo nos arroja luz sobre la génesis oscura de tan bello edificio en el que intervinieron diversos arquitectos de la mano del pintor José María Rodríguez-Acosta5. Apunta Moneo que el carmen es un autorretrato del pintor, un autorretrato que necesitó más de una década, son los tiempos de la arquitectura frente a los tiempos de la pintura, pero pienso que los arquitectos no fueron meros instrumentos técnicos para el pintor ni que fueran simplemente autores materiales del edificio. Menos imaginativos pero nítidos son el relato de Chueca en la publicación IANUS Old&New Architecture6 en su número cero en 1980, donde especula, como historiador que es, sobre la participación de los distintos arquitectos y antes, en 1970, Emilio Orozco ya lo hizo en la publicación Forma y Color7 que dirigió el propio Miguel Rodríguez-Acosta.

Pero, no nos perdamos en querer averiguar qué sucedió o cual fue la génesis de tan hermoso carmen, que en realidad se aleja en su concepción de lo que un carmen granadino verdaderamente es y del que retiene el ensimismamiento y la presencia sonora y visual del agua. En el prólogo que escribe Miguel, además de describir detenidamente los espacios del edificio y sus jardines se pregunta quien fue verdaderamente su tío, ¿un gran pintor? ¿un mecenas? ¿un viajero curioso?

Este pintor que protegió las artes y las letras y que creó una Fundación: “con una proyección hacia el futuro capaz de realizar y mantener vivo un ideario”8, es el pintor con el que se formó Miguel y su homenaje al maestro fue buscar su vínculo a tan singular arquitectura.

Mientras trabajaba en el Carmen Blanco, mi padre proyectó un Carmen Imaginario para Miguel sobre los muros del antiguo carmen familiar construido en 1915 en la Cuesta María la Miel, cuya maqueta está en la Academia. El carmen se apoya en su arbolado y en sus jardines para transformar este pequeño recinto en el que se confunden lo nuevo y lo viejo, interior y exterior, que fue dibujado en cada detalle para un habitar imaginado para el amigo, para el mecenas, que da respuesta exacta a sus necesidades con "una torre para asomarse, como empinándose en puntillas: estudio de pintor, luz norte”9. No sé con certeza si el propietario supo de este proyecto “producto de la imaginación -no del encargo-, no para construir, sí para hacer pensar: estudio, ejercicio de libre composición, variantes sobre un tema andaluz que diría un compositor.”10. El carmen resultante es moderno para un pintor amante de la modernidad y de su propio tiempo.

Recordemos las formas de mecenazgo que Miguel Rodríguez-Acosta relató en su discurso de ingreso en esta Academia. Sin embargo, no describió esta última, el proyecto compartido que permitía un intercambio constante de pareceres y de entusiasmos con otros, que ejerció con generosidad y sensibilidad en paralelo a su reconocido trabajo como pintor y grabador. Fue un mecenas que promovió las artes y fue un artista que las compartió para conseguir objetivos más amplios que enriquecen la obra individual. Escuchar estos nombres del pasado, recordar al pintor y al mecenas, enlaza las artes y da todo su sentido a esta Academia.

Porque Miguel sabía que un carmen no es solo una casa, es el espacio abierto y cerrado, son los jardines y esculturas, es el sonido del agua, es también la luz; sabía que un museo no es solo un contenedor arquitectónico y las obras de arte que alberga, es también la voluntad de las personas que lo imaginaron y lo apoyaron, articulando contenidos, engarzando obras y espacios que acogen a quien lo visita. Como sucedió en su labor en el Banco de Granada y como sucede en el Carmen Blanco donde Miguel Rodríguez-Acosta desde la Fundación promovió exposiciones, becas a de jóvenes artistas, ediciones de libros, catálogos, recitales y conciertos… que se entrelazaron en sus espacios. Este es su legado.

La pintura, la escultura, la música, las artes de la imagen, la arquitectura, están hoy aquí en el recuerdo a Miguel Rodríguez-Acosta, que ya ha concluido su viaje desde el Monte Gianicolo a su “carmen para siempre” en la Colina Roja.

Termino con el soneto Conocimiento perfecto11 del poeta granadino Pedro Soto de Rojas, canónigo de la iglesia de El Salvador en el Albaicín, que Miguel citó12:

“Dichoso aquel que de su techo amado
ve la aurora nacer por el oriente,
dejando entre las flores dulcemente
de su terneza y su color traslado”

Muchas gracias.

Ángela García de Paredes de Falla

1 Poesía árabe clásica oriental. Revista Litoral nº 177, Año 1988.

2 Manuel Ángeles Ortiz: obra retrospectiva: [exposición] Galería de Exposiciones, Banco de Granada, octubre-noviembre, 1973. Rivera, Manuel: exposición antológica, Galería de Exposiciones, Banco de Granada, marzo 1973.
Echauz, Francisco: Galería de Exposiciones, Banco de Granada, Granada, junio 1973.
Villaseñor, Manuel: [exposición] Galería de Exposiciones, Banco de Granada, enero-febrero 1974.
Grau-Garriga, Josep: pintura y tapices: [exposición] Galería de exposiciones Banco de Granada, marzo-abril 1974.
Sempere, Eusebio: Gouaches 1953-60 y esculturas recientes: [exposición] Galería de Exposiciones, Banco de Granada, octubre 1975. “Pequeñas esculturas de grandes escultores”: [exposición] Galería de exposiciones, Banco de Granada, Granada, marzo-abril 1975. Guerrero, José: obra antológica: [exposición] Fundación Rodríguez-Acosta, Galería de Exposiciones, Banco de Granada, mayo 1976. Sánchez, José Luís: [exposición], Galería de exposiciones Banco de Granada, marzo-abril 1976.
Blassi, Jaime y Jorge: [exposición], Galería de exposiciones, Banco de Granada, enero 1976.
“Jardines y árboles de Granada” [exposición Fundación Rodríguez-Acosta, IX Encuentros Manuel de Falla, Granada 2003. Jaime y Jorge Blassi, Santiago Rusiñol; textos, Gerardo Diego, Santiago Rusiñol].

3 García de Paredes, José María. Memoria del proyecto Carmen Imaginario, Albaicín, Granada,1977.

4 Este proyecto fue el primero de los realizados por J.M. García de Paredes de la mano de M. Rodríguez-Acosta que comprenden sucursales para el Banco de Granada en Sevilla (1970), Barcelona (1971), Granada (1972), Valencia (1976), Bilbao (1976) y Coruña (1979); en Granada los prototipos escolares Juan XXIII (1964-1967) que M. Rodríguez-Acosta promovió como benefactor; el Club Tiro de Pichón (1967) del que era presidente y viviendas en Plaza de Isabel la Católica (1967), Plaza de los Campos (1969) y Edificios Elvira (1969).

5 La historia de los sucesivos proyectos del Carmen Rodríguez-Acosta es compleja. Ramón Santa Cruz (proyecto, 1916); Modesto Cendoya, arquitecto conservador de la Alhambra (dirección de obras, 1916); José Felipe Giménez Lacal, arquitecto conservador del Generalife (dirección de obras a partir de 1924) y Teodoro de Anasagasti (proyecto 1921), fueron los arquitectos que sucesivamente se hicieron cargo del proyecto y obras del Carmen (datos del Patrimonio Inmueble de Andalucía del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico).

6 Ianus Old&New International Architecture, Ed. Doyma 1980

7 Forma y Color 56, El Carmen de la Fundación Rodríguez-Acosta de Granada. Albaicín / Sadea editores. Florencia 1970.

8 Rodríguez-Acosta Carlström, Miguel. Prólogo, El Carmen Rodríguez-Acosta. Fundación Rodríguez-Acosta, Granada 2001.

9 García de Paredes, José María. Memoria del proyecto Carmen Imaginario, Albaicín, Granada,1977.

10 García de Paredes, José María. Memoria del proyecto Carmen Imaginario, Albaicín, Granada,1977.

11 Soto De Rojas, Pedro. Granada, 1584-1658. “Conocimiento perfecto”, Soneto XXVI.

12 Rodríguez-Acosta Carlström, Miguel. “Del Monte Gianicolo a la Colina Roja”, ACADEMIA, Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, núm. 70. Primer semestre de 1990, Madrid.

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