Establecida durante dos años en México, continuó expandiendo los límites de la estampa. Su cada vez más sólida trayectoria en el campo del arte gráfico durante la década de 1990, condujo al reconocimiento de su obra en los principales certámenes y premios de grabado en España: “José de Ribera” (Valencia, 1991), “Carmen Arozena” (Madrid y La Palma, 1992), “Luis Caruncho” (Premios del Museo del Grabado Español Contemporáneo, Marbella, 1994), “Máximo Ramos” (El Ferrol, 1995), hasta alcanzar en 1999 el Premio Nacional de Grabado, otorgado por la Calcografía Nacional, y en 2002 el Premio Villa de Madrid “Lucio Muñoz”.
Un hito en su producción escultórica lo marcó la exposición de esculturas al aire libre en la Fundación Olivar de Castillejo (Madrid) que le permitiría estudiar las trasformaciones espaciales de las formas físicas en su relación con la luz natural. A partir de ese momento alternó exposiciones de arte gráfico y escultura, entre ellas, Art Cologne(Baukunst Gallerie, 2001),El universo transparente (Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, 2004), Noche y día (Galería Marlborough, 2004) y también en esta galería, Rompecabezas (2008), Tornasol (2015) y Recapitulación (2016), o Circunnavegación 1990-2013 (sala Alcalá 31, Comunidad de Madrid, 2013). Desde 1997 ha participado en todas las ediciones de ARCO.
La exploración de los volúmenes tuvo continuidad en el diseño de joyas, aplicando sus conceptos escultóricos con reducción en la escala y adaptándolos a las formas corporales. En 2010 expuso sus diseños de joyería en Grassy (Madrid).
Especial significación merecen sus intervenciones en espacios públicos, donde el equilibrio entre los materiales empleados y un preciso valor cromático consiguen una perfecta adaptación de las esculturas tanto al entorno urbano como paisajístico: Leónidas (estación Príncipe Pío, Madrid, 2004), Perseida II (Parque de la Curva, Elorrieta, Bilbao, 2005), Eclíptica (Palacio de Congresos, Badajoz, 2006), Panta rei (Plaza del Siglo, Málaga, 2008), Géminis (Torre Cepsa de Norman Foster, Madrid, 2009), Talismán (Fundación Juan March, Madrid, 2016), Altiva (Fundación Masaveu, Madrid, 2019)…
La luz transfiere a las esculturas de Blanca Muñoz una genuina sensación de ligereza. Sus volúmenes flotan en el espacio, manteniendo el sentido poético de la escala frente a la realidad objetiva del tamaño, ya se trate de esculturas, de joyas o de estampas en tres dimensiones. En palabras de Carmen Laffón: “La precisión y el acierto en los materiales empleados, la elegante aplicación de esas varillas que generan una lectura del trazado y el dibujo, las perforaciones y cortes que introduce en las planchas de acero o el color sabiamente añadido que enriquece el conjunto de la escultura y acaba por adquirir un valor poético, son muestra de las posibilidades de los hallazgos que Blanca Muñoz ha encontrado y desarrollado en su trayectoria artística”.