Alberto Schommer se inició en el ámbito de la fotografía de la mano de su padre el fotógrafo alemán Albrecht Schommer Koch. Tras realizar sus estudios se decantó por la pintura, compaginándola con el cine y la fotografía. Completó su formación en este campo en Alemania y posteriormente trabajando en París.
Dedicado definitivamente a la fotografía, realizó numerosos y variados trabajos, ya fueran encargos de fotografía industrial, imágenes de empresa, publicitarios, viajes, retratos, naturaleza… A lo largo de su trayectoria de más de cincuenta años ha abordado infinidad de temas, sin dejar de lado la innovación teórica y experimental y apoyando movimientos renovadores de la fotografía como el llevado a cabo por el colectivo almeriense AFAL. Escribió libros, colaboró en prensa, realizó series documentales, fue profesor y conferenciante y mostró su obra en exposiciones nacionales e internacionales.
Interesado por la vida cotidiana, la política, la gastronomía, la literatura, la condición humana… sin dejar de reflejar la realidad. El retrato fue el género que mejor respondió a su gusto por las relaciones humanas, la puesta en práctica de la fotografía hecha con el ojo y el corazón, la representación del alma a través de la mirada. Son muy conocidas sus series de Retratos psicológicos, Máscaras, Cascografías, Actitudes, verdaderas crónicas de la época que le tocó vivir.
Su constante e incansable labor le merecieron numerosos premios y reconocimientos como la Copa Argárica (Premio de Honor del movimiento AFAL), la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes o el Premio Nacional de Fotografía.
En 1998 ingresó como académico numerario en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. En su acto de ingreso leyó el discurso Elogio a la fotografía, contestado por el escultor Julio López Hernández. Su objetivo fue poner en valor a la fotografía y enfatizar su condición de obra de arte, solicitando de la Corporación una implicación activa para defender esa manifestación artística, protegerla y difundirla.