Academia

La Academia recuerda a José Luis Borau

10 de febrero de 2013

Más tarde, trasladado a Madrid, estudió en el Instituto de Investigación y Experiencias Cinematográficas, graduándose en Dirección de Cine con Premio Fin de Carrera.

Se inició entonces su rica trayectoria profesional como director, productor, actor, profesor, y también como editor, escritor y guionista, con una larga serie de películas realizadas desde 1963, como Brandy, Furtivos, Río abajo, y Leo, por citar sólo algunas de las más reconocidas como hitos de su producción. Trayectoria que fue pronto valorada y galardonada con una, también larga serie de premios [Concha de Oro de San Sebastián (1975), Oso de Plata de Berlín (1977), Premio Luis Buñuel (1980), Medalla de Oro del Festival de Nueva York (1994), premio Goya al mejor Director (2000), Premio Nacional de Cinematografía (2002), y otros muchos reconocimientos].

Por otra parte, no se puede olvidar, dentro de su múltiple actividad, su eficaz defensa y promoción de los intereses generales del cine, primero como Presidente de la Academia del Cine Español y, después, de la Sociedad General de Autores.

Esta notable personalidad profesional, pronto reconocida, fue también apreciada en el mundo de la cultura artística, con su incorporación a la Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis de Zaragoza, a la de Bellas Artes de San Fernando y a la Academia Española.

Por lo que respecta a la Real Academia de San Fernando, donde ingresó en 2002 y permaneció durante diez años, podemos recordar que su ingreso fue propuesto por tres artistas plásticos (dos pintores y un escultor) y que refirió su brillante discurso de ingreso a la relación del cine con la pintura, siendo contestado en aquel acto por el único cineasta académico de entonces (García Berlanga) y también, que a lo largo de su permanencia en la Academia, participó activamente en las Juntas Plenarias, se implicó en la vida académica como Presidente de la Sección de Nuevas Artes de la Imagen, y como miembro de la Comisión de Monumentos, y se ganó el afecto y el aprecio general, tanto por el acierto de sus intervenciones, como por su cortés simpatía.

En 2009 tuvo una destacada actuación, cuando se celebró el V Congreso de Reales Academias, con un discurso chispeante y divertido, a la par que erudito y documentado, sobre la historia del reconocimiento del cine como arte, hasta lograr lo que llamó su soberanía artística independiente. Otra manifestación de su presencia en la vida académica tuvo lugar en 2011 al realizar la laudatio de Berlanga en la Sesión Necrológica con la que la Academia despidió al cineasta.

Y cuando ingresó en la Real Academia Española hizo un memorable discurso sobre El cine en nuestro lenguaje.

Permítasenos hacer una breve referencia a su discurso de ingreso en la Academia de Bellas Artes. Aparte de estar maravillosamente escrito, con cierta elegante ironía en muchos casos, y con un derroche de conocimiento de la pintura universal de todos los tiempos, plantea reflexiones de gran calado, al rastrear la influencia (bueno, el influjo como dice él realmente, al escoger siempre el vocabulario más castizo) del cine sobre la pintura. Borau nos hizo ver cómo el nuevo arte ha contribuido a modificar la percepción pictórica de la realidad y cómo la pintura ha sido afectada por el modelo cinematográfico, pero también, cómo se había adelantado a ofrecer formas de ver que ha hecho suyas el cine, como cuando Degas retrata sólo los pies de una bailarina, ya que, según dijo Borau,“el Cine reencuadra a la Pintura” aunque “los pintores han encuadrado siempre, pero no sabían que estaban encuadrando”. El tratamiento intencionado de la luz, la fragmentación de las imágenes y la añoranza de la representación del movimiento, forman la estructura del apasionante repaso que hace de la historia de la Pintura, observando famosos cuadros desde el punto de vista cinematográfico.

En aquella misma ocasión le contestó su amigo García Berlanga y le dijo: “a pesar de tu rostro emérito y de tu episcopal corpulencia, has sido y sigues siendo el más inquieto y aventurero de nuestros realizadores”. Berlanga hablaba institucionalmente en nombre de esta Academia, pero expresaba también, el sentimiento de todos nosotros, sus compañeros Académicos, el afecto y la admiración que para siempre ha dejado entre nosotros, el recuerdo de su querida figura… episcopal.

Fernando de Terán Troyano

Unos minutos con Borau

Producido por LopezLi Films

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