Academia

La Academia recuerda a Federico Mayor Zaragoza

10 de marzo de 2025

El científico, político y humanista, Federico Mayor Zaragoza, (Barcelona, 1934 – Madrid, 2024), fue recordado en la Academia con el elogio pronunciado por Alfredo Pérez de Armiñán, jurista y vicedirector-tesorero de la Institución.

Elegido Académico de Honor en 1991, Federico Mayor Zaragoza fue clave para la realización de la restauración del edificio histórico que alberga a la Academia. Desempeñó cargos relevantes como ministro de Educación y Ciencia y director general de la UNESCO, dejando un importante legado en la promoción de la paz, la ciencia y los derechos.

La Real Academia recordó con gratitud su destacada trayectoria y su profunda influencia a nivel nacional e internacional.

El organista Ángel Montero interpretó un arreglo para órgano del Cantar del alma de Federico Mompou, y preludio coral Christum wir sollen Loben schon, del Orgelbüchlein, BWV 611, de Johann Sebastian Bach.

Señoras y señores Académicos,

Señoras y señores:

Me corresponde el honroso deber de recordar, en nombre de esta Real Academia, la figura y la obra del Excmo. Sr. D. Federico Mayor Zaragoza, fallecido el pasado mes de diciembre de 2024, a los noventa años. Nuestro Secretario General ha recordado que fue elegido por el Pleno el año 1991 como Académico de Honor, para ocupar la Medalla I, siendo Director de la Corporación Monseñor Federico Sopeña, en mérito a su destacada contribución a la obra de restauración y rehabilitación de nuestra histórica sede, primero, como Subsecretario del Ministerio de Educación y Ciencia, entre los años 1974 y 1975, siendo entonces Ministro D. Cruz Martínez Esteruelas en el último Gobierno del régimen de Franco, y seis años después, como Ministro de ese mismo Departamento, entre 1981 y 1982.

La obra de restauración y rehabilitación de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, proyectada y dirigida por nuestro compañero Académico, el eminente historiador y arquitecto Profesor Fernando Chueca Goitia, con la colaboración de Dª. Emanuela Gambini, fue llevada a cabo entre los años 1974 y 1982, siendo sucesivos directores de la Corporación D. Juan de Contreras, marqués de Lozoya, D. Federico Moreno Torroba y D. Luis Blanco Soler, con la constante supervisión del entonces Tesorero – y más tarde Director – D. Ramón González de Amezúa.

Esa gran obra, que renovó por completo la ya entonces bicentenaria sede de la Academia, no se habría podido realizar sin el impulso que, en primer lugar, le dió D. Federico Mayor Zaragoza desde la Subsecretaría del Ministerio de Educación y Ciencia, secundado eficazmente por el entonces Oficial Mayor del mismo Ministerio, D. Manuel Utande, más tarde Académico correspondiente de esta Real Academia.

Gracias a ellos, la Academia pudo trasladarse en 1974 a las dependencias del antiguo Museo de Arte Moderno en la planta alta de la Biblioteca Nacional para permitir la iniciación de la obra con plenas garantías. Después, los  Ministros de Educación y Ciencia de los sucesivos Gobiernos del reinado de D. Juan Carlos I,  entre 1975 y 1982, presididos por D. Carlos Arias Navarro, D. Adolfo Suárez y D. Leopoldo Calvo-Sotelo, D. Carlos Robles Piquer, D. Aurelio Menéndez, D. Iñigo Cavero, D. José Manuel Otero Novas y D. Juan Antonio Ortega Díaz-Ambrona, además del propio D. Federico Mayor, como Ministro del ramo en el último Gobierno de UCD, así como el Ministro de Hacienda D. Jaime García Añoveros y la Ministra de Cultura Dª. Soledad Becerril de ese mismo Gobierno, apoyaron también la realización del proyecto. Sin la ayuda de todos ellos no nos encontraríamos hoy en este espléndido salón de actos. Y de estricta justicia recordarlo, reconocerlo y agradecerlo en el momento en que rendimos homenaje a la memoria de quien tuvo la visión de acometer la total restauración y rehabilitación de este monumental edificio, uno de los más representativos de la arquitectura de nuestro siglo XVIII.

El Profesor Federico Mayor Zaragoza nació en Barcelona el año 1934. Doctor en Farmacia por la Universidad Complutense de Madrid en 1958, a los veintinueve años, en 1963, ganó por oposición la plaza de Catedrático de Bioquímica de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Granada, de la que fue Rector desde 1968 a 1972. Al año siguiente fue nombrado Catedrático de su especialidad en la Universidad Autónoma de Madrid. En ella fue cofundador en 1974 del Centro de Biología Molecular “Severo Ochoa”, constituido mediante acuerdo de esa Universidad y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, del cual fue posteriormente Presidente Científico, entre los años 1983 y 1987, simultaneando esta función con la dirección del Instituto de Ciencias del Hombre.

El Profesor Mayor Zaragoza no rehuyó a lo largo de su vida el compromiso público, sino todo lo contrario. Consideraba un deber participar en la escena política y así lo hizo desde que cumplió cuarenta años, cuando ya tenía un sólido prestigio profesional y académico como científico.

En España, desempeñó sucesivamente – tras ser, como acabo de decir, Subsecretario del Ministerio de Educación y Ciencia en 1974 y 1975 – los cargos de Diputado a Cortes por Granada del Grupo Parlamentario de UCD y Consejero del Presidente del Gobierno entre 1977 y 1978, Ministro de Educación y Ciencia del último Gobierno de UCD los años1981 y 1982 y Diputado al Parlamento Europeo en 1987, elegido en la lista presentada por el CDS.

En el plano internacional, en el que ha tenido extraordinaria relevancia, fue primeramente designado, en 1978, Director General Adjunto de la UNESCO, puesto que desempeñó hasta su regreso a España en 1981, pasando, después de su etapa como Ministro de Educación y Ciencia,  a presidir, entre los años 1986 y 1991, el Foro de Issy-Kul, Grupo Internacional Asesor del Presidente de la antigua Unión Soviética Mikhail S. Gorbachev, autor del llamado deshielo del sistema soviético que condujo al final de la Guerra Fría.

La culminación de su carrera tuvo indudablemente lugar cuando la 24ª Conferencia General de la UNESCO, celebrada en noviembre de 1987, lo eligió Director General de este Organismo Internacional, siendo reelegido en 1993 para un segundo mandato, hasta 1999. Fue el primer ciudadano español en desempeñar esta alta misión, en la que ha dejado un perdurable legado, que se recuerda un cuarto de siglo más tarde entre los altos funcionarios de la Organización, como pude personalmente comprobar a mi paso por la UNESCO, como Director General Adjunto para Cultura, los años 2014 y 2015.

A lo largo de los doce años en que estuvo al frente de la UNESCO, el Profesor Mayor Zaragoza dio un gran impulso a este Organismo, – que desde 1945 expresa lo esencial del espíritu que condujo a la creación del sistema de las Naciones Unidas – mediante un intenso trabajo en los tres ámbitos de su competencia – la educación, la ciencia y la cultura -, manteniéndose fiel a su lema original, “construir la paz en la mente de los hombres”.

Bajo su dirección, la UNESCO, además de completar y desarrollar la Convención del Patrimonio Mundial de 1972, con la aprobación por el Comité del Patrimonio Mundial en 1997 de las Directrices Prácticas para su aplicación, hoy todavía vigentes, apoyó una decidida orientación universalista en el campo de los derechos humanos, inspirada en los ideales democráticos y en las libertades públicas de raíz occidental, impulsó la Declaración Universal sobre el Genoma Humano y los Derechos Humanos, que fue adoptada unánimemente por la 29ª Conferencia General de la UNESCO en noviembre de 1997 y por la Asamblea General de las Naciones Unidas en diciembre de 1998 y, finalmente, creó el Programa de Cultura de Paz de la Organización. Este programa se plasmó en cuatro ejes principales: la educación para la paz, los derechos humanos y la democracia; la lucha contra la exclusión y la pobreza; la defensa del pluralismo cultural y el diálogo intercultural; y la prevención de los conflictos y la consolidación de la paz.

El clima internacional de los años noventa, tras la caída del Muro de Berlín en 1989, era muy favorable a esa iniciativa, que, en muy diferentes condiciones internacionales, desde el atentado a las Torres Gemelas de Nueva York el 11 de septiembre de 2001, ha sido mantenida hasta hoy por la Fundación para una Cultura de Paz, presidida por Federico Mayor Zaragoza desde su constitución en 2000 hasta su fallecimiento.

En este mismo ámbito, desde el año 2016, co-presidió también el Instituto Universitario de Derechos Humanos, Democracia, Cultura de Paz y No-violencia, constituido conjuntamente por la Universidad Autónoma de Madrid y la Fundación Cultura de Paz para promover el estudio de los derechos humanos y las condiciones para el mantenimiento de la paz en las sociedades contemporáneas y en las relaciones internacionales.

Otra importante actuación suya en el terreno humanitario la ha representado la Comisión Internacional contra la Pena de Muerte que, desde su constitución en 2010, se encuentra integrada por un grupo muy variado de países de África, América, Asia y Europa y ha estado presidida por él hasta 2017.

Otras iniciativas internacionales en las que el Profesor Mayor Zaragoza tuvo especial intervención fueron la constitución el año 2002, durante la presidencia danesa de la Unión Europea, del European Research Council Expert Group, dedicado a debatir la relación entre la economía y el conocimiento científico, así como, en 2005, la del Grupo de Alto Nivel para la Alianza de Civilizaciones, acordada por el Secretario General de las Naciones Unidas. El Informe de este Grupo de Alto Nivel se presentó en Estambul en noviembre de 2006.

En el plano de la cooperación científica internacional, en enero de 2007 fue nombrado Presidente de la denominada “Initiative for Science in Europe” (ISE), constituida con el fin de mejorar, en beneficio de la comunidad científica europea, las infraestructuras para la I+D+i existentes en los países de nuestro continente.

A lo largo de su dilatada vida, el Profesor Mayor Zaragoza fue miembro de múltiples instituciones académicas y científicas nacionales e internacionales, entre otras, la Sociedad Española de Bioquímica, de la que fue presidente entre 1970 y 1974, las Reales Academias Nacional de Medicina y de Farmacia, la Asociación Americana para el Fomento de la Ciencia, la Sociedad de Bioquímica del Reino Unido, y las Academias Europea de Ciencias y Artes, China de Ciencias y Rusa de Ciencias. También presidió desde 1993 el Consejo Científico de la Fundación Ramón Areces, constante benefactora de esta Academia.

Asimismo, D. Federico Mayor Zaragoza recibió condecoraciones y distinciones de distintos lugares y países, entre ellos, el Premio Mundial de la Paz de la Schengen Peace Foundation  y el Luxembourg Peace Prize,  las Grandes Cruces españolas de Carlos III, Alfonso X el Sabio, Sanidad y Cisneros, las Grandes Cruces de las Órdenes del Sol del Perú y del Mérito de la República de Polonia, la Cruz de San Jorge y la Medalla de Oro de la Generalidad de Cataluña, el nombramiento de  Hijo Predilecto de Andalucía en 2008 y la designación como Doctor Honoris Causa por numerosas universidades españolas y extranjeras, entre otras las Universidades de Salamanca, Granada, Oviedo, Santiago de Compostela, Alcalá, Extremadura, Málaga, Las Palmas, La Rioja, Politécnica de Catalunya, Politécnica de Madrid, París-La Sorbona,  City University de Londres, Buenos Aires, California, Laval de Québec, Visva-Bharati (India), y Quaid-i-Azam (Pakistán).

Además de sus numerosas publicaciones científicas, Federico Mayor Zaragoza fue autor de varios libros de poemas – A contraviento (1985), Aguafuertes (1991), El fuego y la esperanza (1996), Terral (1997), Alzaré mi voz (2007), En pie de paz (2008), Donde no habite el miedo (2011), y de una Antología de su producción poética (2020). También de numerosos ensayos: Un mundo nuevo (en inglés The World Ahead: Our Future in the Making) (1999), Los nudos gordianos (1999), Mañana siempre es tarde (1987), La nueva página (1994), Memoria del futuro (1994), ¿La paix demain? (1995), Science and Power (1995); UNESCO: un idéal en action (1996); La palabra y la espada (2002); La fuerza de la palabra (2005); Un diálogo ibérico en el marco europeo y mundial, junto a Mario Soares (2006); Voz de vida, voz debida (2007); Tiempo de acción (2008); Delito de silencio (2011); ¡Basta! Una democracia diferente, un orden mundial distinto (2012); y Recuerdos para el porvenir: referentes y valores para el siglo XXI (2018).

De esta variada y rica enumeración de hechos, obras y distinciones emerge sin duda una personalidad brillante y, desde luego, proteica, en la que el político, el científico, el académico y el escritor se entremezclan. En ella, junto a sus evidentes logros en todos los órdenes, pueden también apreciarse en el terreno de las ideas y posiciones políticas rasgos muchas veces polémicos y otras contradictorios, pero lo que no puede negársele es su contribución excepcional al papel de nuestro país en la escena internacional y su permanente dedicación a la causa de la paz en el mundo y a la promoción del conocimiento científico como elemento esencial de la cultura, con un perdurable legado en este ámbito, forjado, sobre todo, en su etapa al frente de la UNESCO.

Descanse, pues, en paz, el Profesor Federico Mayor Zaragoza, Académico de Honor de esta Real Academia, que entre nosotros será recordado como uno de los principales y más decisivos impulsores de su renovación arquitectónica y museográfica en el último tercio del siglo XX.   

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