En el año 2010 Rafael Manzano fue el primer arquitecto español (y único hasta el presente) en ganar el prestigioso Richard H. Driehaus Prize. Esa concesión impulsó al mecenas norteamericano a crear un Premio de Arquitectura y Restauración de Monumentos destinado a arquitectos españoles o que hubieran trabajado con proyectos arquitectónicos o urbanísticos en España. Así pues, su promotor decidió que el nuevo galardón quedara identificado con el nombre de Rafael Manzano, por haber dedicado su vida profesional a la preservación del patrimonio arquitectónico y urbano español a través tanto de la restauración como del diseño de nuevas arquitecturas basadas en ese patrimonio.
El Premio de Arquitectura Clásica y Restauración de Monumentos ‘Rafael Manzano’, convocado por la Richard H. Driehaus Charitable Trust y la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Notre Dame (Indiana, Estados Unidos), con la colaboración de la Real Academia y la Fundación MAPFRE, tiene como fin difundir el valor de la arquitectura clásica y tradicional tanto en la restauración de monumentos y conjuntos urbanos de valor histórico-artístico como en la realización de obras de nueva planta que, basadas en las tradiciones locales, sean capaces de integrarse armónicamente en dichos conjuntos.
El Premio está dotado con 50.000 euros y una medalla conmemorativa. En la primera edición, celebrada el año 2012, fue otorgado al arquitecto Leopoldo Gil Cornet por las obras de restauración de la Real Colegiata de Roncesvalles (Navarra) desarrolladas desde 1982.
En el año 2013 fue concedido a Ignacio de Medina y Fernández de Córdoba, Duque de Segorbe, y al arquitecto Luis Fernando Gómez-Stern por la restauración de las casas de la Judería de Sevilla.
El galardón se entregó en 2014 a los arquitectos Javier Cenicacelaya e Iñigo Saloña por la restauración del Palacio de la Diputación de Vizcaya y otros proyectos arquitectónicos, entre los que destaca la escuela de la Sagrada Familia en Derio.
En la cuarta edición del Premio, la del año 2015, ha sido premiado el arquitecto Donald Gray por sus trabajos de recuperación de la arquitectura y el urbanismo paisajístico tradicionales de Andalucía. Gray recogerá el galardón de manos del académico honorario Richard H. Driehaus, inmediatamente después de la ceremonia de ingreso del filántropo norteamericano en la Academia.
El Sr. Driehaus ha centrado su atención y energía en una amplia variedad de proyectos filantrópicos y de servicio comunitario, de forma individual, y a través de los esfuerzos de The Richard H. Driehaus Foundation y el Charitable Richard H. Driehaus. Desde que creó The Richard H. Driehaus Foundation en 1983 ha donado, entre otras aportaciones, treinta millones de dólares a su antigua universidad, la De Paul Business School, entregado cuatro millones de dólares anuales en becas y apoyado múltiples proyectos de restauración del patrimonio artístico. De igual modo, con The Richard H. Driehaus Charitable Lead Trust ha contribuido con múltiples planes de ayuda a la comunidad. Con ambas Fundaciones ha completado proyectos que en la actualidad alcanzan los cien millones de dólares.
Apasionado coleccionista de arte, en el año 2003 creó el Driehaus Museum de Chicago y con su extensa labor filantrópica está contribuyendo a rediseñar el mundo del arte y la arquitectura en EEUU. En el año 2003, el Sr. Driehaus instauró el Richard H. Driehaus Prize que, dotado con 200.000 dólares, se otorga anualmente en la Universidad de Notre Dame a arquitectos representativos de las diversas tradiciones clásicas y cuyo impacto artístico refleje su compromiso con la conservación de la cultura y el medio ambiente.
Enamorado del patrimonio histórico español, en el año 2012 creó el Premio de Arquitectura Clásica y Restauración de Monumentos ‘Rafael Manzano’, que con 50.000 euros es el galardón de arquitectura mejor dotado de España.
Más adelante estas intervenciones irían adquiriendo una dimensión urbana, buscando siempre recuperar la esencia del urbanismo local, con su luz y su color, sus calles, plazas y plazuelas, su vegetación y sus fuentes y monumentos, todo lo que estaba abandonando el modelo urbano destinado a la rápida y lucrativa satisfacción de la demanda del turismo de masas, que desgraciadamente ha provocado la transformación de las costas andaluzas. Hizo primero una pequeña urbanización de once casas, San Juan, en el lado este del río Verde entre 1963 y 1964. Pese a tratarse de un pequeño conjunto, en él se aprecia ya la esencia de sus trabajos posteriores: las formas tradicionales de crear un paisaje intemporal, arraigado en el lugar, concebido con un carácter propio y pensado para enriquecer la vida de la comunidad que lo habita, para que ésta se sienta vinculada e identificada con él. Entre 1965 y 1966 hizo una urbanización más grande, San Nicolás, cerca de La Herradura, con el pequeño hotel La Tartana, distribuido en torno a un patio típicamente local. Este hotel se convertiría en un lugar muy exitoso, el favorito de famosos visitantes como Brigitte Bardot. Mientras el paisaje de la región iba degradándose con seriadas colmenas de viviendas completamente ajenas al entorno, los conjuntos de Donald Gray no sólo se integraban tan bien en el lugar que parecían haber estado siempre ahí, sino que además atraían a la gente y les acompañaba un rotundo éxito comercial.
En 1967 comenzó la urbanización Pueblo López, entonces rodeada de vegetación y situada entre Fuengirola y Mijas. Era inicialmente un conjunto de unas cincuenta casas, creado a modo de pequeño centro urbano para una zona muy desestructurada, que necesitaba urgentemente núcleos de este tipo. Tanto, que la publicidad de la época lo anunciaba al turismo para que lo visitara como si fuera el antiguo centro histórico de Fuengirola. Posteriormente sería ampliado en sucesivas fases por otros arquitectos que seguirían sólo parcialmente el ejemplo del proyecto inicial.
Con los mismos criterios comenzó en 1969 la urbanización La Virginia, al oeste de Marbella, y en 1973 Las Lomas del Marbella Club, la urbanización más grande, con noventa casas que se desarrollaron en varias fases. Sus edificios, calles y plazas constituyen un muestrario de diferentes manifestaciones de la arquitectura andaluza, con énfasis en la de Marbella. Hizo igualmente uso del legado andalusí en la región con algunos espacios inspirados en los modelos moriscos que han pervivido en lugares de Andalucía y del norte de Marruecos, país por el que ha viajado mucho para formarse en sus tradiciones. Paradójicamente, este conjunto es un lugar protegido por la administración local, que nunca ha promovido este tipo de arquitectura y de configuración urbana. El trabajo en Las Lomas continuó hasta 1984. Durante esos años realizó otros proyectos, como Los Naranjos, de diez casas, en Nueva Andalucía, y el Nuevo Pueblo Mijas, donde intentó recuperar el fascinante estilo original de la villa, hoy tan deteriorado por las últimas intervenciones.
En todos sus trabajos tuvo que enfrentarse al mismo problema: cada vez había menos artesanos que dominaran bien los oficios tradicionales de los lugares en los que trabajaba. Por ello, entre 1986 y 1989 fue el creador y director artístico de la Escuela Taller de Lebrija (Sevilla), nacida al mismo tiempo como un centro de reinserción social de gente de la región y dedicada a lasdiversas disciplinas conectadas con la arquitectura tradicional de Andalucía: albañilería, carpintería, herrería, cerámica, jardinería y la restauración de edificios históricos. Fue una escuela eminentemente práctica, donde se formaron algunos de los mejores artesanos que hoy trabajan en la región. Sin embargo, pese a su éxito, el proyecto murió cuando estaba ya asentado y las autoridades que lo apoyaron en sus primeros años de andadura dejaron de interesarse por él y cancelaron su financiación. El magnífico equipo de maestros y artesanos que Donald Gray reuniera para esta experiencia se embarcaría más adelante en proyectos semejantes, aunque de menor escala y duración, en la región de La Alpujarra.
Por esas mismas fechas realizó el hotel rural Prado del Toro en la Alpujarra granadina. Esta región, protegida por altos valles de montaña, parecía estar salvándose, al menos en parte, de la destrucción que había sobrevenido a otras zonas de Andalucía, provocando la desaparición de maravillosos paisajes. A este reducto aún a salvo de la degradación trasladó su residencia, para la que restauró una de sus singulares casas típicas, y allí ha centrado su trabajo desde entonces. Entre sus últimas intervenciones, localizadas en el área y, como el hotel Prado del Toro, basadas en la tradición local, podría destacarse el nuevo ayuntamiento de Pitres (Alpujarra), que diseñó en 2005. En todos sus proyectos ha trabajado junto a artesanos también residentes en la zona. Las labores de albañilería, forja, carpintería o azulejería que acompañan a cada uno de ellos han sido realizados con atención a los usos artesanales locales, contribuyendo indirectamente al desarrollo y a la fijación de población en una región que ha visto su demografía y su economía muy mermadas en los últimos años.
Durante casi una década, desde 1997 hasta 2006, dedicó gran parte de su tiempo a trabajar en el diseño de ungran hotel en Tenerife: Villa Erques. Se trataba de un hotel en forma de pueblo, donde diseñó tanto el paisaje urbano, con sus jardines, calles y plazas, como sus edificios, todo ello en el estilo tradicional de las islas Canarias. Desgraciadamente, el proyecto no fue realizado, conservándose, sin embargo, una magnífica propuesta ya completamente definida y su amplio estudio preliminar del urbanismo, la arquitectura y la construcción tinerfeños, a los que dedicó docenas de dibujos.
En la actualidad, además de continuar realizando edificios tan alpujarreños como las cada vez más asfixiantes normativas le permiten, ha publicado una serie de libros sobre las tradiciones arquitectónicas de las diversas zonas de La Alpujarra, buscando acercarlas a la gente para que las conozcan y respeten.