Historia del Taller de Vaciados
Conoce todos los secretos
El Taller de Vaciados y Reproducciones ArtĆsticas custodia importantes vaciados históricos en yeso utilizados como modelos clĆ”sicos en la formación de los artistas. Mantiene una tradición que se remonta a los primeros aƱos de fundación de la Academia cuando se encontraba ubicada en la Real Casa de la PanaderĆa en la Plaza Mayor de Madrid.
Desde sus orĆgenes en 1752 con el nombre de Real Academia de Nobles Artes de San Fernando, esta institución tuvo especial interĆ©s en reunir una galerĆa de esculturas en yeso, vaciadas de las mĆ”s conocidas y apreciadas de la Antigüedad ClĆ”sica, que servirĆan para la formación de los alumnos.
Siguiendo las pautas de otras academias europeas, el escultor Juan Domingo Olivieri elaboró una lista de las principales obras que deberĆan adquirirse en Roma. PretendĆa de este modo traer vaciados del Vaticano, donde los artistas admiraban y copiaban desde el siglo XVI las esculturas del Belvedere. Hizo igualmente una selección de las que deseaba adquirir en el Museo Capitolino.
Finalmente, elaboró una minuciosa lista de esculturas en los principales palacios de Roma y colecciones como la de los Ludovisi, los Borghese y otras familias que habĆan acumulado un importante nĆŗmero de obras antiguas.
Pero mĆ”s a mano que los yesos romanos estaban los de las colecciones de Cristina de Suecia y el marquĆ©s del Carpio, que habĆan sido adquiridas apenas unos aƱos antes por Felipe V e Isabel de Farnesio para decorar su palacio en la Granja de San Ildefonso. De este modo llegaron a la Academia de San Fernando, en su antigua sede de la Casa de la PanaderĆa, el Fauno del cabrito y el Grupo de San Ildefonso, que se consideraban las dos obras maestras de la colección real en aquĆ©l momento.
Paralelamente consiguen los profesores de la Academia de San Fernando que el rey les ceda los vaciados de yeso que casi un siglo antes habĆa traĆdo de Italia el pintor de cĆ”mara Diego VelĆ”zquez. De este modo se incorporan a lo que va a ser poco a poco una importante colección obras como el HĆ©rcules Farnese y la Flora Farnese, junto a otras que fueron restauradas por el escultor Felipe de Castro.
Pompeya y Herculano
Pero la gran aportación a la galerĆa de vaciados de la Real Academia de Bellas Artes ocurre en las Ćŗltimas dĆ©cadas del siglo XVIII. En 1776 el rey Carlos III regala, despuĆ©s de una visita al nuevo edificio, los vaciados de un importante nĆŗmero de esculturas de Pompeya y Herculano, que hacĆa poco mĆ”s de diez aƱos le habĆan mandado de NĆ”poles y tenĆa instaladas en el Palacio del Buen Retiro. Pocos aƱos mĆ”s tarde el pintor Anton Raphael Mengs, cuyas relaciones con la Academia, a la que habĆa pertenecido, fueron algo mĆ”s que tensas, legó al rey una gran parte de la notable colección de vaciados que llegó a formar en Roma a lo largo de muchos aƱos. Finalmente, la desaparición de la Real FĆ”brica de Porcelana del Buen Retiro, a comienzos del siglo XIX, motivó el traslado de la galerĆa de esculturas que habĆa en lo que llamaban āFĆ”brica de la Chinaā, para incrementar los fondos de la Academia.
A lo largo del siglo XIX proliferan en Europa los museos de vaciados y reproducciones. De este modo se dieron a conocer en Madrid los mĆ”rmoles del Partenón que habĆa llevado a Londres Lord Elgin. Las esculturas halladas en excavaciones como las alemanas de Olimpia y las francesas de Delfos vinieron a sumarse, mĆ”s tarde, a una galerĆa que ya entonces figuraba entre las mĆ”s importantes de Europa.
La creación del Museo de Reproducciones ArtĆsticas, estrechamente vinculado en su vida y en su actividad desde sus orĆgenes a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, incrementó de manera notable la colección de vaciados mediante compras en los principales museos del mundo.
SimultÔneamente se hicieron intensas campañas de reproducción por toda España incluyendo vaciados de elementos arquitectónicos y fachadas que hoy tienen, ademÔs, un enorme valor documental.
Junto a lo que significaba crear una colección especialmente concebida para la enseƱanza, la Academia de San Fernando desarrolló a lo largo de toda su historia una actividad de reproducción de sus propios vaciados, bien para reponer los que se deterioraban, como para suministrar yesos a otros centros de estudio que nacĆan a su amparo. La Academia de San Carlos en Valencia, la de igual nombre en MĆ©xico, la Academia de Bellas Artes de Sevilla y todas las Escuelas de Bellas Artes y Escuelas de Artes y Oficios que se fundaron en EspaƱa durante los siglos XIX y XX, se sirvieron del taller de vaciados que formó y mantuvo desde su fundación la Academia de San Fernando. Trabajaron en este taller formadores ilustres que mantuvieron durante muchas generaciones una tradición y un prestigio del que hoy somos herederos y continuadores.
En algunos casos se trata de obras realizadas a partir de moldes de cerca de un siglo de antigüedad. En otros se ofrece la posibilidad de realizarlos con materiales sintĆ©ticos y resinas. En todo caso son siempre las esculturas que durante dos siglos y medio dibujaron y reprodujeron generaciones de artistas en nuestro paĆs.
JosĆ© MarĆa Luzón NoguĆ©