Dibujo
La colección de la Academia se enriqueció desde su fundación con los yesos de estatuas que tenía en su taller Olivieri quien a la vez redactó una lista de los vaciados que debían comprarse en Roma con el fin de poseer modelos para los alumnos. Su petición era de dieciocho estatuas de la Antigüedad, dos de Miguel Ángel, seis del caballero Bernini y varias del flamenco Duquesnoy.
Destacan por su importancia las escuelas italiana y española, con artistas tan relevantes como Tiziano, Veronés, Maratta, Reni, Lanfranco, Guercino, Parmigianino, Perugino, Domenichino, Cortona, Cambiaso, Tintoretto, Alberti, entre los italianos, y Velázquez, Ribera, Cano, Berruguete, Carducho, Caxés, Coello, Churriguera, Pacheco, Antonio del Castillo, Maella, Castro, entre los españoles. El resto de escuelas europeas están escasamente representadas, salvo la flamenca con dibujos excelentes de Rubens y la francesa con obras de Lebrun, Van Loo y Fragonard.
La importancia concedida a la práctica del dibujo, como base esencial en el aprendizaje de las diferentes disciplinas artísticas, fue decisiva para la posterior configuración de los fondos de la Academia. El grueso de la colección, perteneciente a los siglos XVIII y XIX, está constituido por obras relacionadas directamente con la enseñanza de las bellas artes, ya sean pruebas realizadas por los alumnos o diseños encaminados a servir de modelo en las clases. Con el fin de satisfacer los intereses pedagógicos defendidos en sus estatutos, la Corporación se esforzó en conseguir los mejores modelos que sirvieran de referente a los jóvenes aprendices. El núcleo primitivo de la colección se nutre de las obras de maestros antiguos que había conseguido reunir el escultor italiano Giovan Domenico Olivieri, a las que fueron añadiéndose otras piezas procedentes de adquisiciones y donaciones. Hay constancia de la compra de dibujos a profesores –Castro, Maella, Bayeu– destinados a las salas de principios y cabezas, y la adquisición de grandes colecciones cuyos ejemplares fueron utilizados de modelo en las aulas.
El conjunto de dibujos pertenecientes a Carlo Maratti y su taller, compuesto por un número mayor de mil trescientos ejemplares es, sin duda, el más importante de cuantos ingresaron en la Academia a lo largo de su historia. Fue adquirido en 1775 a Rosalía O’More, viuda del pintor Andrea Procaccini, quien heredó la colección tras el fallecimiento de su esposo en 1734. Aunque gran parte de las obras puedan atribuirse a Carlo Maratti, otras muchas fueron realizadas por sus discípulos, especialmente Procaccini, autor de unas trescientas composiciones. Otro pequeño grupo, de gran calidad técnica, se debe a su maestro Andrea Sacchi y otros artistas de la escuela romana como Lanfranco y Domenichino. En la actualidad se conservan 708 diseños reunidos en ocho volúmenes encuadernados en vitela, y el resto, unos 600, en hojas sueltas separadas de sus respectivos lotes. El grupo de la Academia es uno de los más completos sobre el pintor de Camerano, junto con los del Museo de Düsseldorf y la Biblioteca de Windsor.
De procedencia desconocida, aunque pudiera tratarse de uno de los diez volúmenes que entraron con los dibujos sueltos de la colección Maratti, es un pequeño tomo con magníficos ejemplares italianos de los siglos XVI y XVII. Es el único que lleva atribuciones, algunas de primer orden como las de Guido Reni, Agostino Carracci, Domenichino o Pietro Testa.
En 1784, proveniente de la presa del barco inglés Westmorland, ingresa un conjunto de dibujos, en su mayoría acuarelas, con copias de edificios clásicos italianos. El navío, que había partido del puerto de Livorno, fue apresado un año antes por los franceses en las costas españolas y su carga vendida a la Compañía de Lonjistas de Madrid. Posteriormente, y tras su adquisición por la Corona, se incorporan los diseños al resto de libros, cuadros, esculturas y otros enseres seleccionados por Antonio Ponz.
Especialmente valioso es el conjunto de obras que habían pertenecido a las colecciones reales del Palacio del Pardo. Tras su ingreso en la Academia fueron guardadas celosamente en una pieza reservada llamada “del Tesoro”. El 28 de febrero de 1818, y a petición del Viceprotector, Pedro Franco, se incorporan al acervo de la Academia una parte importante de los dibujos que Fernando VII conservaba en la sacristía de la capilla del palacio de la Real Quinta de El Pardo, llamada del duque de Arco. De entre los más de sesenta diseños inventariados, un elevado número corresponde a artistas españoles del siglo XVII, entre los que cabe destacar a Vicente Carducho, Velázquez, Coello o Berruguete.
A raíz de la desamortización eclesiástica de 1835 la Academia recibe cuatro tomos procedentes del monasterio zamorano de Valparaíso, con dibujos de los siglos XVI y XVII, en su mayoría italianos. Valentín Carderera los recoge en 1836 y los entrega a Miguel Vilardebó, encargado del depósito del Museo de la Trinidad, quien los hace llegar a la sede de Alcalá junto con otros volúmenes repletos de estampas. Bastantes dibujos han sido desprendidos de su soporte original pero, todavía hoy, permanecen adheridos trescientos ochenta y seis. Los tomos, encuadernados en el siglo XVIII, ostentan en las cubiertas las armas de los Borbones de Italia y muestran en su lomo la inscripción: “DIBUXOS-DISEGNI”. De aquí proceden algunos de los más bellos ejemplares de los artistas italianos Perugino, Rafael, Tintoretto, Tiziano o Parmigianino y otros maestros europeos, como Rubens o Ribera, representado por algunas creaciones maestras, entre ellas, Los acróbatas.
En 1864 la Real Academia compra a Vicente Camarón una colección de ochenta y cuatro dibujos de las escuelas española e italiana, con obras de primer orden como el Carlos II de Carreño de Miranda o el San Dionisio cartujano de Carducho. Pedro de Madrazo, secretario de la sección de pintura, emite un informe favorable a la adquisición, “no sólo por la indiscutible autenticidad de los más capitales, sino también por su buen estado de conservación”.
Resulta sorprendente en el marco de la política de adquisiciones promovida por la Academia la compra, ese mismo año, de los tres diseños de retablos de José Benito de Churriguera. A pesar de no estar en la línea defendida por los académicos, que los consideraron de escaso interés como objeto de estudio, la sección de arquitectura fue sensible a su compra “como muestra del gusto de su época y para la historia del arte”.
Importantes también, aunque no tan conocidos, son los 618 dibujos preparatorios para las publicaciones Antigüedades árabes (153) y Monumentos arquitectónicos de España (465), editadas respectivamente en los siglos XVIII y XIX. Dentro de la misma serie que los diseños anteriormente citados, hay que mencionar los cinco libros de José Mª Avrial, correspondientes a Asturias, León, Zamora y Segovia.
Por su importancia numérica merece un lugar destacado la donación efectuada en 1923 por Antonio Garrido Villazán, censor de la Corporación, consistente en 886 dibujos realizados para la revista La Ilustración Española y Americana, publicación seriada de gran difusión, nacida con periodicidad semanal el 25 de diciembre de 1869 y desaparecida el 30 de diciembre de 1921.
En 1995 el Estado español adquiere en Suiza 460 dibujos pertenecientes a Vigilio Rabaglio, arquitecto del Ticino que trabajó en la Corte española en la segunda mitad del siglo XVIII, depositándolos en la Academia al año siguiente. Merecen especial atención los proyectos arquitectónicos de los palacios del Buen Retiro y Real Sitio de Riofrío, iglesia de los santos Justo y Pastor, casa de los duques de Osuna, casa del conde de Paredes y castillo arzobispal de Aldovea.
Durante el siglo XX se han producido importantes donaciones de dibujo contemporáneo, como la realizada en 1947 por Julián Sanz Martínez quien cedió seis dibujos de Auguste Rodin de magnífica factura, las seis obras de Capuz donadas por la viuda del artista en 1966, los diez dibujos de Eugenio Hermoso pertenecientes a sus herederos, y los quince de Enrique Segura, así como algunas obras de Valentín de Zubiaurre cedidas por su esposa, Pilar Elejarte. En 1962 Mª Dolores Elizondo, viuda de José González de la Peña, barón de Forna, en nombre de su marido fallecido, dona dos pequeños dibujos de gran valor: uno de Delacroix, adquirido en una subasta celebrada en el taller del artista, y otro de Picasso, comprado en una tómbola benéfica en Bayona.
Desde 1989 y hasta 1994 ingresan en el Museo 521 dibujos entregados por artistas contemporáneos.
La colección de planos y dibujos arquitectónicos abarca el periodo comprendido entre 1752, año de fundación de la Academia, y las últimas décadas del siglo XX. El grueso de la colección está formado por los diseños galardonados en los diferentes concursos convocados por la Academia, los premiados en las ayudas de costa mensuales y los remitidos por los pensionados en el extranjero. Completan este apartado los proyectos presentados para la obtención de títulos o graduaciones (académico de mérito, supernumerario, maestro de obras, maestro arquitecto), los correspondientes a los exámenes de oposición para profesores de escuelas provinciales de Bellas Artes, y un reducido grupo concerniente a otro tipo de certámenes.
Otro conjunto fundamental está formado por los legados de académicos y benefactores. En 1825 el arquitecto Silvestre Pérez lega un nutrido conjunto, de casi cien obras, de diversa autoría. También fueron donados ejemplares muy valiosos como el primer proyecto de Gabinete de Historia Natural, hoy Museo del Prado, de Juan de Villanueva y la obra de remodelación del Paseo del Prado de Ventura Rodríguez.
Relacionado con el pasado histórico y monumental permanece, todavía inédito, un importante fondo del arquitecto burgalés Ricardo Velázquez Bosco. Los más de mil dibujos que conforman dicho lote, entre cuadernos de campo y hojas sueltas, están vinculados a sus facetas de historiador, restaurador y arqueólogo. Son un documento gráfico de primer orden en lo concerniente a las intervenciones en Medina Azahara y la mezquita de Córdoba y un precioso testimonio de los objetos y monumentos contemplados en sus diferentes viajes de estudio por Europa y el lejano Oriente.
Completan el registro de obras las adquiridas en los últimos años con fondos del legado Guitarte, entre las que se encuentran diseños arquitectónicos muy significativos como los de la puerta de Alcalá de Sabatini, las vistas de la Piazza del Popolo de Juan de Villanueva o las de Paestum y Pozzuoli de Isidoro González Velázquez.
Ascensión Ciruelos Gonzalo