Desde la Antigüedad Clásica con los lexicones, la Edad Media con los vocabularios y glosarios, en el Renacimiento y en la Edad Moderna con los diccionarios y en la Época Contemporánea con las enciclopedias, no ha cesado de aumentar el número de voces o palabras que son empleadas para designar todas las facetas del hecho artístico. No sólo para la compresión de la lectura de los textos escritos, sino también el lenguaje oral usado por los artistas relativo a su trabajo en el taller o por los profesores en las aulas universitarias, hacen necesario el conocimiento de la terminología aplicada tanto a la parte teórica como a la práctica de las artes.
En la actualidad, en la que el mundo del arte tiene enorme presencia en la sociedad, se impone el dominio por parte de un gran número de personas: artistas y artesanos, historiadores y críticos de arte, conservadores y personal de los museos, galeristas y gestores culturales, comisarios de exposiciones y animadores de eventos de arte, connaisseurs y aficionados, etc. Importante es señalar que desde la Antigüedad hasta nuestros días la terminología artística no ha cesado de evolucionar e incrementarse. Los vocablos griegos pasaron al latín bajo el periodo romano, los latinos a la lengua romance, sobre todo en Italia, desde el final de la Edad Media al Renacimiento, los términos franceses desde el siglo XVII hasta el siglo XIX y los ingleses, sobre todo, en la segunda mitad del siglo XX. De ahí que el lector de un texto sobre arte o el oyente de una conferencia o lección sobre la misma materia necesite muchas veces tener que consultar un diccionario específico de arte si quiere enterarse a fondo de lo que lee o está oyendo.
En la segunda mitad del siglo XVIII, en la época de la Ilustración es cuando aparecen los primeros diccionarios especializados en arte. Entre el año 1776-1793 se publican en Madrid los cinco tomos del Diccionario castellano con las voces de ciencias y artes y sus correspondientes en las tres lenguas francesa, latina e italiana del cual es autor Esteban de Terreros y Pando. Justo once años después de la aparición del Diccionario de Terreros en 1788, Francisco Martínez, presbítero y dignidad de la Santa Iglesia de Pamplona, publica, también en Madrid, el volumen Introducción al conocimiento de las Bellas Artes o Diccionario manual de pintura, escultura, arquitectura, grabado &c: con la descripción de sus más principales asuntos: dispuesto y recogido de varios autores, así nacionales como extranjeros, para uso de la juventud española.También del mismo año 1788 es el Diccionario de las Nobles Artes para instrucción de los aficionados y uso de los profesores.
Contiene todos los términos y frases facultativas de la pintura, escultura, arquitectura y grabado y los de la albañilería o construcción, carpintería de obras de fuera, Montea y Cantería etc. con sus autoridades sacadas de autores castellanos, según el método del Diccionario de la Lengua Castellana compuesto por la Real Academia Española, obra escrita por el académico, poeta y emérito Diego Antonio Rejón de Silva. Publicado en Segovia este pequeño diccionario-manual fue esencial para la docencia de los alumnos de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, de la cual Rejón de Silva era miembro numerario. Del mismo periodo e igual espíritu ilustrado, publicado en Madrid en el año 1812, es el Diccionario de Arquitectura Civil. Obra póstuma de Benito Bails, primer director que fue de matemáticas de la Real Academia de san Fernando, académico de las Reales Academias Española y de la Historia y de la de Ciencias y Arte de Barcelona. Recoge esta obra un total de 1.900 términos de arquitectura que denomina facultativos. Tanto los términos como sus definiciones pertenecen a la tradición clasicista que desde el Renacimiento dominó la teoría y la práctica de la arquitectura occidental.
En el siglo XIX la Historia del Arte conoció un aumento de sus límites cronológicos. Durante el Romanticismo, primero el arte gótico y después el románico y también el arte musulmán, vinieron a añadirse al estudio del arte antiguo y renacentista. Una nueva terminología sobre la arquitectura, la decoración, la pintura y escultura y las artes llamadas suntuarias o artes aplicadas figura en los diccionarios de arte y arquitectura que, además de las voces o vocablos, se valen de estampas primero y después de fotografías para ilustrar las definiciones. En dos grandes temas se puede dividir la producción bibliográfica de los diccionarios artísticos. El más abundante es el de la arquitectura y construcción y el segundo el que abarca todos los objetos y técnicas de la plástica. En el tema de arquitectura señalamos solamente el Vocabulario de Arquitectura Civil por Mariano Matallana, agrimensor del Ayuntamiento de esta Villa (Madrid, 1848) o el Glosario de algunos antiguos vocablos de Arquitectura y de otras artes auxiliares (Madrid, 1876). Por lo que respecta a la arquitectura civil, el Diccionario militar, etimológico, histórico, tecnológico de José Almirante (Madrid, 1869). En lo tocante a todas las artes, incluida la arquitectura, la obra más importante en la segunda mitad del siglo XIX fue la traducción que José Ramón Mélida hizo al castellano del diccionario del francés Jules Adeline, Lexique des Termes de Art (París, 1884), obra que patrocinaba la Academia de Bellas Artes premiada por la Academia de la Lengua del país galo. La traducción española, llevada a cabo por José Ramón Mélida, facultativo del Cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios y Anticuarios adscrito al Museo Arqueológico Nacional, aumentada con más de 600 voces y anotado por el mismo traductor, vio la luz en España en 1887. Durante muchos años fue el diccionario manual manejado por los entendidos en arte de España. Como advertía Mélida en la nota introductoria al Adeline, su vocabulario era “obra de vulgarización de conocimientos, cuya necesidad en España se dejaba sentir”.
En el siglo XX el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes creó en 1928 para los institutos de segunda enseñanza la asignatura denominada “Terminología Científica, Industrial y Artística”. El libro de Agustín Serrano de Haro con dicho título, publicado en una edición oficial, es muestra de una enseñanza que resultó ser efímera en los planes de estudio.
En lo que se refiere a la arquitectura mencionamos, por su enorme número de ediciones, el Diccionario manual ilustrado de arquitectura con los términos más comunes empleados en la construcción, cuya versión del inglés notablemente aumentada por Joaquín Gili (arquitecto) y Manuel Company (ingeniero), publica en 1950 la editorial Gustavo Gili y que en el año 2010 iba por la 13ª tirada. Volumen en octava de 203 páginas y abundantemente ilustrado, es un compendio breve y directo de la terminología fundamental. También de la misma editorial es el Diccionario técnico ilustrado de edificación y obras públicas (Barcelona, 1976) de M. Barbier, G. Stroskf, R. Cadiergues y J. Flitz en versión del arquitecto Buenaventura Bassegoda, que a la vez fue el autor de un Nuevo glosario de vocablos usuales en la técnica edificatoria: diccionario políglota de la arquitectura (Barcelona, 1972). Entre los vocabularios más técnicos, mencionamos el Diccionario de términos arquitectónicos, constructivos , biográficos y de terminología de los oficios (Madrid, 1960), de Joaquín del Soto Hidalgo, ingeniero diplomado que se dedicaba a la preparación de estudiantes que tenían que hacer el examen de entrada en las diferentes Escuelas Técnicas de Arquitectura o Ingeniería. De carácter universitario y humanístico es el pequeño volumen Vocabulario básico de Arquitectura que el profesor de Historia del Arte de la Complutense José Ramón Paniagua publicó en la colección Cuadernos de Arte Cátedra (Madrid, 1978), del que se han llevado a cabo múltiples ediciones. En sus páginas se reúnen 3.500 voces y 63 ilustraciones, algunas sacadas de antiguos tratados. Obra de carácter erudito, de filología histórica es el volumen infolio, editado en 1968 por la Real Academia Española, Léxico de los alarifes de los Siglos de Oro, por Fernando García Salinero y fruto de una tesis doctoral dirigida por Rafael Lapesa. Su publicación supuso un enorme avance para los estudiosos de la antigua literatura artística.
Publicación póstuma del arquitecto e historiador Andrés Calzada Echevarría, que en 1928-1931 publicó en Barcelona el famoso volumen Historia de la Arquitectura por el método comparado de Fletcher-Calzada, es el grueso volumen Diccionario clásico de arquitectura y bellas artes cuyo manuscrito todavía conserva inédito su familia. El profesor Juan Bassegoda Nonell, conservador de la cátedra Gaudí fue quién llevó a cabo dicha edición.
En lo relativo a los diccionarios de arte publicados en la segunda mitad del siglo XX, el primero en aparecer en el comercio fue el de los profesores Guillermo Fatas y Gonzalo M. Borras, titulado Diccionario de Términos de Arte y Elementos de Arqueología y Numismática (Zaragoza, 1973). De su volumen se han llevado a cabo varias reimpresiones corregidas y aumentadas. Otro volumen importante es el de José Luis Morales y Marín, Diccionario de términos artísticos (Zaragoza, 1982) que lleva un estudio introductorio de Manuel Alvar de la Real Academia Española “Sobre el valor de los léxicos particulares. Consideraciones acerca de un Diccionario de términos artísticos”, además de sendos prólogos del arquitecto Luis Cervera Vera y otro del catedrático de Historia del Arte, José María de Azcárate y Ristori.
Cabe destacar también la obra de Estela Ocampo Diccionario de términos artísticos y arqueológicos del año 1992, el Diccionario de arte contemporáneo y terminología de la crítica actual, de Ángel Azpeitia Burgos del año 2002, de Mireia Xarrié el Diccionario de conservación y restauración de obras de arte, y el Diccionario del dibujo y la estampa: vocabulario y tesauro sobre las artes del dibujo, grabado, litografía y serigrafía (Madrid, 1996) de Javier Blas, Ascensión Ciruelos y Clemente Barrena.
La revisión y puesta al día de la terminología de las artes visuales es una necesidad. Según consta en el Acta de la Sesión Ordinaria del día 21 de mayo de 2012 de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando se trató de la intención de crear un grupo de estudio del vocabulario de arte que figura en el Diccionario de la Real Academia Española, que en la opinión de muchos académicos necesita una revisión a fondo que cuente con el respaldo de las dos Academias. Es por ello que para subsanar dicha carencia se llevó a cabo la revisión, en primer lugar, de todos los términos sobre el arte del grabado, publicándose un glosario que se agotó tan pronto como se puso a la venta. Hoy en día, dada la importancia y la cantidad de vocablos que tiene la terminología de la arquitectura, la pintura y la escultura, la Real Academia de San Fernando es consciente de que dicha labor de investigación implica la formación de un nutrido grupo de especialistas en la materia.
Antonio Bonet Correa
"Vocabulario de las artes visuales. La terminología artística básica en español” es un proyecto liderado por la Real Academia y enmarcado en el Programa Estatal de Fomento de la Investigación Científica y Técnica de Excelencia del Ministerio de Economía y Competitividad
El proyecto del vocabulario de términos de arte tiene como objetivo la revisión y puesta al día de la terminología de las artes visuales. Es mucha la bibliografía que se ha ido generando a lo largo del tiempo sobre la recopilación de terminología especializada en arte. En la década de 1980 la Real Academia inició un proyecto dirigido por José María de Azcárate para realizar un vocabulario artístico. Parte de ese trabajo será utilizable en el presente proyecto. Algunas de las personas que en su día contribuyeron a la ordenación de vocablos y a la elaboración de fichas continúan en la Academia donde realizan tareas de conservación en el Museo, Archivo-Biblioteca y Calcografía Nacional. Su experiencia será importante en el desarrollo del nuevo proyecto de investigación.
La revisión de la terminología de las artes visuales se desarrollará en colaboración con la Real Academia Española puesto que la necesidad de revisar, definir e incluir algunos términos afecta también al Diccionario que redacta dicha Corporación. La propia Real Academia de Bellas Artes entre sus objetivos prioritarios ha considerado de suma relevancia abordar este proyecto, consustancial a sus fines de difusión de los conocimientos artísticos, contando con un prestigioso equipo de investigadores.
El trabajo propuesto, liderado por los académicos Antonio Bonet Correa y Juan Bordes Caballero, se desarrollará durante dos años. El primer año estará centrado en la recopilación de los términos que figuran en diccionarios y glosarios previos. El segundo año se dedicará al cotejo crítico entre las diferentes versiones de las definiciones terminológicas propias de las distintas disciplinas artísticas, señalando sus procedencias y fuentes.
De la mano del académico Juan Bordes Caballero, la responsable de proyectos de investigación Itziar Arana y la documentalista Lucía Montoya, este proyecto que tiene como objetivo principal revisar y actualizar la terminología de las artes visuales fue presentado a la comunidad internacional dentro del marco académico.
Jornadas de Florencia "La literatura de viajes y léxico de los bienes culturales". PDF (405 kb)