La Real Academia, dentro del Programa Estatal de Fomento de la Investigación Científica y Técnica de Excelencia del Ministerio de Economía y Competitividad, lidera junto con otras instituciones el proyecto “Dos centros de cultura y poder en la Corte: reconstrucción de los conventos de Atocha y la Trinidad”.
Este proyecto de investigación tiene como principal objetivo la reconstrucción virtual de los conventos suprimidos de Atocha y la Trinidad. El análisis se estructura en tres momentos históricos diferentes: etapa fundacional de los conventos (1530-1600), Siglo de Oro (1600-1700) y periodo de supresión y destrucción (1835-1880).
Se estudiará el ajuar artístico, las bibliotecas, la liturgia y la relación con el entorno de estos conventos olvidados, cuyos fondos se hallan dispersos en la actualidad. Así pues, la finalidad del proyecto es reconstruir virtualmente tanto el contenido como el continente de ambos centros.
El proyecto, con amplia mira multidisciplinar, tiene su origen en el descubrimiento de un fondo documental que ha permanecido oculto a los historiadores durante casi dos siglos. El hallazgo recoge el trabajo de una comisión histórica de profesores de la Academia, centrado en una meticulosa descripción de 2900 pinturas y 1077 esculturas procedentes de treinta conventos de la ciudad, así como una aproximación parcial a sus bibliotecas.
En 1835, año de la desamortización de los bienes eclesiásticos, académicos de Bellas Artes escribieron a la reina regente, María Cristina de Borbón, para solicitarle un permiso especial y urgente que les ayudara en la labor de inventariar los objetos artísticos y las bibliotecas de los monasterios. Juan Álvarez de Mendizábal volvía a España, desde Inglaterra, y pretendía impulsar la supresión de los conventos para subastar sus propiedades. La Reina accedió y en 1836 además del fondo documental histórico citado, fueron trasladadas desde diferentes conventos de Castilla y Madrid casi cinco mil obras, algunas de gran relevancia, que se almacenaron en la Academia durante tres años hasta que se decidió fundar un museo con ellas en el convento de la Trinidad calzada de Madrid. En este centro, llamado Museo Nacional de Pintura y Escultura, se depositaron fondos procedentes de los conventos de Madrid, Toledo, Ávila y Segovia, hasta que en 1872 las colecciones se incorporaron al Museo del Prado.
Además de la reconstrucción virtual, el proyecto también se plantea como objetivo identificar y ubicar el origen de nuevas obras de arte.
Para ello la Academia ha integrado a un equipo investigador que encabeza el propio director de la Corporación, Fernando Terán, y que aúna esfuerzos con el Museo Nacional del Prado y la Universidad Politécnica de Madrid. Otros miembros del equipo de investigación son Alfonso Rodríguez y Gutiérrez de Ceballos –académico y catedrático de historia del arte-, Ismael Fernández de la Cuesta –académico y musicólogo-, Esperanza Navarrete –archivera de la Academia-, Itziar Arana –coordinadora de investigación de la Academia-, además de Javier Ortega –catedrático del Departamento de Ideación Gráfica de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, Universidad Politécnica-, Javier Portús –jefe del Departamento de Pintura Española hasta 1700 del Museo del Prado-, Leticia Ruiz –jefa de Pintura Española del Renacimiento del Museo del Prado- y Gabriele Finaldi –inicialmente en su condición de director adjunto de Conservación e Investigación del Museo del Prado y en la actualidad director de la National Gallery de Londres-. El grupo se ha enriquecido con la incorporación de los doctores Daniel Ortiz Pradas –profesor asociado del Departamento de Historia del Arte Medieval de la UCM-, María Dolores Sánchez-Jaúregui –investigadora de la Universidad de Harvard- y Almudena Negrete –especialista en arte del siglo XVIII y colaboradora en importantes proyectos relacionados con colecciones de escultura de la Academia-.
El proyecto tiene una duración de cuatro años y seis meses, y obtendrá como resultados un modelo de reconstrucción histórica del patrimonio desaparecido, en edición 4D, y dos monografías, una por cada convento. Como reto se propone conseguir una publicación de carácter interactivo de gran calidad científica y de fácil acceso y comprensión.