La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando acoge la exposición “La radice del domani” que reúne los trabajos de veintitrés artistas e investigadores españoles, italianos y latinoamericanos, seleccionados mediante un concurso anual convocado por el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación para una estancia en la Real Academia de España en Roma, durante el periodo 2017-2018. Todos ellos han desarrollado un proyecto ligado a la ciudad de Roma.
La muestra, comisariada por Jesús Donaire, arquitecto y ex becario de la RAER, cuenta con la presencia de Javier Arbizu, Juan Baraja, Ángela Bonadies, Julia de Castro, María Teresa Chicote, Roberto Coromina, Miren Doiz, María Esteban Casañas, Inma Herrera, Javier Hontoria, Miguel Leiro, Miguel Marina, Leire Mayendía, Cecilia Molano, Álvaro Negro, Nuria Núñez, Santiago Pastor, Abel Paúl, Milena Rossignoli, María Gisèle Royo, Javier Sáez Castán, Elena Trapanese y Ana Zamora.Hace ciento cuarenta y cinco años que la RAER acoge becarios en su sede ubicada en San Pietro in Montorio junto al espectacular Templete de Bramante. La radice del domani hace mención al mañana que está aún por descubrir y a una institución que ha tenido la capacidad de adaptarse al cambio mediante la ampliación de disciplinas artísticas a lo largo de su historia. También evoca el origen romano como una de las raíces básicas de la cultura occidental y como fuente de inspiración de los numerosos creadores que han sido becados por la Academia.
Las becas de disciplinas de clásicas –pintura, escultura, arquitectura, música y arte gráfico– instauradas durante los primeros cien años de la Academia han sido disfrutadas en la promoción 2017-2018 por los creadores Miguel Marina, Roberto Coromina, Javier Arbizu, Miren Doiz, Álvaro Negro, Milena Rossignoli, María Esteban Casañas, Santiago Pastor, Abel Paúl, Núria Núñez e Inma Herrera. Más tarde, la institución se abría a otras disciplinas como historia del arte, restauración, arqueología, museología y literatura, representadas este año por María Teresa Chicote y Elena Trapanese. El auge de la creatividad a través de otros formatos hacía necesaria otra ampliación y, por ello, hace aproximadamente cincuenta años, la institución acogía también la cinematografía, la fotografía y las artes plásticas y escénicas, representadas por María Gisèle Royo, Ángela Bonadies, Juan Baraja, Javier Sáez Castán, Julia de Castro, Ana Zamora y Cecilia Molano. Las disciplinas incorporadas recientemente, siguiendo el espíritu de apertura que siempre ha caracterizado a la RAER, han sido el cómic, el diseño gráfico, la videocreación, el comisariado y mediación artística, las artes visuales, la gastronomía, la moda, el diseño industrial y las nuevas tecnologías. Este año desarrolladas por Leire Mayendía, Javier Hontoria y Miguel Leiro.
Alzada en la colina del Gianicolo, con una de las mejores vistas de Roma, la Academia de España fue desde su fundación en 1873 el centro de recepción de los artistas españoles pensionados en la Ciudad Eterna. Hacía más de un siglo que la Academia de Bellas Artes de San Fernando, como otros centros de enseñanza artísticos europeos, había establecido un sistema de pensiones para completar la formación en Roma de sus discípulos más destacados. Permeables a la asimilación de un lenguaje estético cargado de referencias clásicas, a partir del contacto directo con los vestigios del mundo antiguo, los afortunados pensionados de Roma impulsaron la circulación de ideas y formas, la absorción de modelos y su libre interpretación, mediante fenómenos de apropiación legitimados por la práctica. Al asimilar y adoptar modelos nuevos, vigentes en un ámbito artístico superior, los pensionados de Roma contribuyeron a la renovación formal y a la modernidad conceptual del arte español.
Las obras enviadas a Madrid por los pensionados se exponían en los salones de la Academia para servir como referentes visuales de un arte renovado. Además, la presencia en Roma abría para el artista un mercado más amplio y le ofrecía la posibilidad de exponer en otros países europeos. Esa larga experiencia acumulada en la Academia de San Fernando, y su estrecha relación con la Academia de España en Roma, tiene una continuidad lógica en la recepción y presentación de las obras de los becarios actuales.
Poder materializar sus proyectos durante una larga estancia en Roma, es una oportunidad que los creadores no desaprovechan. Sus resultados constituyen un testimonio elocuente de las nuevas tendencias estéticas y del excelente nivel creativo alcanzado por las sucesivas promociones de becarios.
Para la Academia de San Fernando es un motivo de satisfacción presentar sus obras y exponerlas al juicio crítico del público. Muchas son las razones de la idoneidad de la Academia como sede de la muestra en Madrid, pero quizás una de las más significativas sea el hecho de que varios académicos de número actuales fueron becarios de Roma. De modo que como en un perfecto bucle de continuidad histórica, retornan un año más las propuestas de los becarios a la Academia de Madrid, su espacio natural de acogida… y un año más somos testigos afortunados del excelente estado de salud de las nuevas generaciones de creadores y dinamizadores culturales.
La exposición de los becarios de Roma es resultado de un trabajo coral. Nos sentimos profundamente concernidos por el desarrollo de la Academia de España en Roma, admiramos su acertada gestión actual y cuidamos los vínculos de hermandad que nos unen. También somos muy conscientes de que la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, con sus treinta años recién cumplidos, es la promotora y artífice de los favorables cambios que se vienen produciendo en las becas de Roma. En nuestra condición de privilegiados compañeros de iniciativas compartidas, los responsables y el equipo de la AECID saben que tienen nuestro aprecio, apoyo y admiración.
Fernando de Terán
Las obras enviadas a Madrid por los pensionados se exponían en los salones de la Academia para servir como referentes visuales de un arte renovado. Además, la presencia en Roma abría para el artista un mercado más amplio y le ofrecía la posibilidad de exponer en otros países europeos. Esa larga experiencia acumulada en la Academia de San Fernando, y su estrecha relación con la Academia de España en Roma, tiene una continuidad lógica en la recepción y presentación de las obras de los becarios actuales.
Poder materializar sus proyectos durante una larga estancia en Roma, es una oportunidad que los creadores no desaprovechan. Sus resultados constituyen un testimonio elocuente de las nuevas tendencias estéticas y del excelente nivel creativo alcanzado por las sucesivas promociones de becarios.
Para la Academia de San Fernando es un motivo de satisfacción presentar sus obras y exponerlas al juicio crítico del público. Muchas son las razones de la idoneidad de la Academia como sede de la muestra en Madrid, pero quizás una de las más significativas sea el hecho de que varios académicos de número actuales fueron becarios de Roma. De modo que como en un perfecto bucle de continuidad histórica, retornan un año más las propuestas de los becarios a la Academia de Madrid, su espacio natural de acogida… y un año más somos testigos afortunados del excelente estado de salud de las nuevas generaciones de creadores y dinamizadores culturales.
La exposición de los becarios de Roma es resultado de un trabajo coral. Nos sentimos profundamente concernidos por el desarrollo de la Academia de España en Roma, admiramos su acertada gestión actual y cuidamos los vínculos de hermandad que nos unen. También somos muy conscientes de que la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, con sus treinta años recién cumplidos, es la promotora y artífice de los favorables cambios que se vienen produciendo en las becas de Roma. En nuestra condición de privilegiados compañeros de iniciativas compartidas, los responsables y el equipo de la AECID saben que tienen nuestro aprecio, apoyo y admiración.
Fernando de Terán
La Real Academia de España en Roma fue creada en 1873 durante el gobierno de la Primera República. Como se lee en el decreto fundacional, la nueva institución nació para “fomentar el genio nacional” ofreciendo “a nuestros artistas algún campo de estudio, algún lugar de recogimiento y de ensayo, en la ciudad que será eternamente la metrópoli del arte, en Roma”.
Roma se había convertido, a lo largo de los siglos, en destino tradicional de numerosos artistas españoles que buscaban perfeccionar su formación aprendiendo directamente de las fuentes de la antigüedad clásica. Como respuesta a este fenómeno, en 1746 la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando institucionalizó el envío de jóvenes pintores, escultores y arquitectos a Roma, los denominados “pensionados del rey”. El prestigio alcanzado por estas pensiones fue haciendo madurar la idea de fundar una institución con una sede estable. Finalmente, con la constitución del Reino de Italia y la proclamación de la Primera República española, se dieron las condiciones históricas favorables que permitieron el nacimiento de la entonces denominada Academia Española de Bellas Artes en Roma.
La monarquía borbónica, restaurada en España, mantuvo un apoyo decidido a la institución, alcanzándose en 1876 un acuerdo con el gobierno italiano para la transacción de la iglesia, convento y anejos de San Pietro in Montorio al Estado español, para la instalación de una academia de bellas artes.
Inaugurada oficialmente en enero de 1881, durante el reinado de Alfonso XII, la Real Academia de España ha acogido numerosas promociones de becarios. Desde su fundación y hasta mediados del siglo XX, la Academia tuvo como objetivo principal la formación de sus pensionados pintores, escultores, arquitectos, grabadores y músicos. Estos jóvenes artistas debían residir en Roma tres o cuatro años (dependiendo del momento histórico y de la especialidad de cada uno), pudiendo realizar viajes a otras ciudades y países en aras de mejorar su formación.
Desde la década de 1950, las becas se han ido acortando temporalmente, pero ha aumentado considerablemente el número de becarios que las han disfrutado, así como las especialidades. A las cinco disciplinas tradicionales se fueron añadiendo otras de carácter humanístico, como literatura, teoría e historia de las artes, estética, historia y arqueología, museología, así como restauración, artes escénicas, cinematografía, fotografía y otras disciplinas afines.
En la actualidad, la Real Academia de España en Roma mantiene como objetivo principal, según se refleja en su Reglamento, la formación artística y humanística de creadores, restauradores e investigadores, con la finalidad derivada de lograr una mayor presencia cultural española en Italia y de mejorar el entendimiento de las culturas de ambos países.
Roma se había convertido, a lo largo de los siglos, en destino tradicional de numerosos artistas españoles que buscaban perfeccionar su formación aprendiendo directamente de las fuentes de la antigüedad clásica. Como respuesta a este fenómeno, en 1746 la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando institucionalizó el envío de jóvenes pintores, escultores y arquitectos a Roma, los denominados “pensionados del rey”. El prestigio alcanzado por estas pensiones fue haciendo madurar la idea de fundar una institución con una sede estable. Finalmente, con la constitución del Reino de Italia y la proclamación de la Primera República española, se dieron las condiciones históricas favorables que permitieron el nacimiento de la entonces denominada Academia Española de Bellas Artes en Roma.
La monarquía borbónica, restaurada en España, mantuvo un apoyo decidido a la institución, alcanzándose en 1876 un acuerdo con el gobierno italiano para la transacción de la iglesia, convento y anejos de San Pietro in Montorio al Estado español, para la instalación de una academia de bellas artes.
Inaugurada oficialmente en enero de 1881, durante el reinado de Alfonso XII, la Real Academia de España ha acogido numerosas promociones de becarios. Desde su fundación y hasta mediados del siglo XX, la Academia tuvo como objetivo principal la formación de sus pensionados pintores, escultores, arquitectos, grabadores y músicos. Estos jóvenes artistas debían residir en Roma tres o cuatro años (dependiendo del momento histórico y de la especialidad de cada uno), pudiendo realizar viajes a otras ciudades y países en aras de mejorar su formación.
Desde la década de 1950, las becas se han ido acortando temporalmente, pero ha aumentado considerablemente el número de becarios que las han disfrutado, así como las especialidades. A las cinco disciplinas tradicionales se fueron añadiendo otras de carácter humanístico, como literatura, teoría e historia de las artes, estética, historia y arqueología, museología, así como restauración, artes escénicas, cinematografía, fotografía y otras disciplinas afines.
En la actualidad, la Real Academia de España en Roma mantiene como objetivo principal, según se refleja en su Reglamento, la formación artística y humanística de creadores, restauradores e investigadores, con la finalidad derivada de lograr una mayor presencia cultural española en Italia y de mejorar el entendimiento de las culturas de ambos países.
Biografías y proyectos. PDF (390 kb)
Dosier de prensa. ZIP (115 Mb)
Información
- Sala de exposiciones temporales de la Academia y Calcografía Nacional
- Martes a sábado: de 10 a 14 y de 17 a 20 h
- Domingos y festivos: de 10 a 14 h
- Lunes cerrado
- Entrada gratuita