Las pianistas Rosana Guirado y Aurelia Mihali interpretan obras de Fauré, Chopin, Scriabin, Horowitz, en este recital que cierra la programación conjunta para el curso académico 2017-18 entre la Academia y el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid.
Pianistas
Rosana Guirado Piñero [I: Fauré, Chopin]Aurelia Mihali [II: Scriabin, Horowitz]
Programa
IGabriel Fauré (1845-1924)
Balada op. 19 en Fa sostenido mayor
Frédéric Chopin (1810-1849)
Andante spianato y Grande polonaise brillante op. 22
II
Alexander Scriabin (1871-1915)
Sonata núm. 1 op. 6 en Fa menor
[Allegro con fuoco / Adagio / Presto / Funèbre]
Vladimir Horowitz (1903-1989)
Variaciones sobre un tema de la ópera Carmen
Gabriel Fauré fue amigo de la claridad melódica y de las sutilezas armónicas de escritura. Cuando escribió sus primeras obras para piano, todavía vivían Wagner y Liszt. Brahms se enconaba en la cima de su potencia creadora mientas que, en Francia, Saint-Saëns y Lalo ocupaban una posición dominante. Fauré ha sido llamado a veces el Schumann francés porque concentra todos los esfuerzos en la intimidad del piano, de la melodía y de la música de cámara. Pero no puede haber comparación más errónea. A excepción de algunos raros y fugitivos ecos en las primeras páginas de su música de cámara, no encontramos en la música de Fauré ningún rastro de influencia del estilo de Schumann. Su temperamento sereno y mesurado, su innato sentido del equilibrio y del refinamiento, su facultad, digna de Bach, de sostener el hilo del pensamiento musical y asegurar la continuidad sonora y rítmica, todo ello está en las antípodas del temperamento impulsivo y enfebrecido de Schumann, de sus estallidos de pasión, de sus brutales contrastes y de su perpetua inquietud. Fauré está mucho más próximo a su casi contemporáneo Brahms, cuya posición en la música alemana es algo parecida a la suya. Los dos artistas huyen del resplandor artificial y de la vulgaridad. Pero, al abordar el terreno específico de la música para piano de Fauré, el nombre de Chopin se impone antes que cualquier otro. Es sobre todo en sus obras juveniles donde se aprecia que su escritura procede de la de Chopin, de una forma más marcada que en Debussy. Chopin es el creador de la balada como género pianístico. La Balada op. 19, compuesta en 1877, está dedicada a Saint-Saëns. La cualidad más asombrosa de la personalidad musical de Fauré es su carácter intemporal, precisamente lo que su amigo Saint-Saëns afirmaba: “Fauré no tiene edad y no la tendrá nunca”.
La moda que conoció la polonesa en el siglo XIX fue debida en gran parte a la toma de conciencia del drama polaco en Europa. Su simbolización nacional se reforzó con las explosiones de revuelta de una nación perseguida. Liszt testimonia que, por su enérgico ritmo, la polonesa hace estremecer y galvanizar “todo el entorpecimiento de nuestra indiferencia. Los más nobles sentimientos tradicionales de la antigua Polonia se recogen en ella… la bravura y el valor son reflejados con la sencillez que hace de esta nación guerrera el distintivo de estas cualidades”. El Andante spianato y Grande polonaise brillante op. 22 es una obra cuya segunda parte fue compuesta para piano y orquesta. El propio Chopin realizó la reducción para piano solo. “Spianato” quiere decir suave y sin contrastes bruscos, y así se presenta el andante inicial en Sol mayor. Es una página meditativa e intimista, de estructura ternaria (ABA), que data de 1834 y que recuerda a los nocturnos del mismo autor. La Gran polonesa brillante, en Mib mayor tiende, por contra, a la grandilocuencia y es anterior en el tiempo, ya que fue terminada en 1831. La música evoca la feliz y alegre vida en Varsovia y presenta tres temas. El primero se aviva rápidamente; el segundo, en el tono relativo menor, contrasta por su lirismo; y el tercero, en el tono de la dominante, muestra armonías coloristas. El conjunto concluye con una brillante y extensa coda. Ambas piezas se hermanaron en la edición de 1836 que está dedicada a la baronesa Madame d'Este.
Scriabin compuso su primera sonata para piano en 1893, un año después de acabar sus estudios en el conservatorio. Junto a Prokofiev dio nueva vida a la existencia de la sonata para piano en el siglo XX. Pero mientras que Prokofiev representa el puente que une el modernismo y el clasicismo y conserva, salvo excepciones, la forma tradicional de tres o cuatro movimientos, Scriabin se inscribe en la prolongación del principio romántico lisztiano, transformando la sonata en un poema con episodios e ideas múltiples, sin perjuicio de la existencia de una forma rigurosamente estudiada. Sus sonatas primera y tercera son las únicas que tienen cuatro movimientos. La técnica pianística de Scriabin muestra una gran propensión a los grandes intervalos en arpegios, y octavas en acordes que exigen desplazamientos rápidos y a menudo arriesgados. Representante típico del simbolismo en música, adepto a las doctrinas místicas derivadas de las filosofías orientales (muy extendidas en Rusia y en el resto de Europa en esa época), Scriabin buscada alcanzar con la música los límites de la densidad sonora y de las posibilidades expresivas, a fin de crear un clima de éxtasis musical y estético.
De las muchas transcripciones de Horowitz, Variaciones sobre Carmen fue la única que permaneció en su repertorio a lo largo de su carrera. La tocó desde sus primeros conciertos en la década de 1920. El tema principal de la pieza proviene del enérgico baile del acto segundo, tema que ha sido utilizado para otras variaciones y transcripciones. Horowitz no deseaba ver la obra publicada y a medida que pasaron los años, las variaciones se volvieron más sofisticadas. El público adoraba estas variaciones y el pianista se veía obligado a tocarlas en todos sus conciertos.
Rosana Guirado (Lorca, 1994) comenzó sus estudios musicales en el Conservatorio Profesional de Música Narciso Yepes a la edad de nueve años en la especialidad de piano. Estudió con Margarita Domínguez Mota, Antonio Agustín González Hidalgo y Estrella Romero Jiménez, y recibió clases de perfeccionamiento de Leticia Michielon y Suzsanna Csaszar, entre otros. Durante sus estudios de enseñanzas profesionales participó en el ciclo de conciertos conmemorativos del 200 aniversario del nacimiento de Frédéric Chopin, que tuvieron lugar en Murcia, Lorca y Cartagena. Participó también en el festival internacional de orquestas de jóvenes en Murcia, como solita con la orquesta de cámara del conservatorio de música de Lorca. Colaboró como pianista en la tesis doctoral Respuestas fisiológicas del pianista durante la interpretación. Respiración, corazón y emoción en el Scherzo nº2 (Chopin), llevada a cabo por el pianista Francisco Daunesse en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Ganadora del primer premio en la modalidad de piano del concurso Entre cuerdas y metales en su XVI edición. Gracias a ello, participó como solita con la orquesta de cámara de Cartagena en el ciclo de conciertos promocionales del concurso, que tuvieron lugar en Lorca y Cartagena en 2013. Ganadora del primer premio en la modalidad de piano (enseñanzas profesionales 4º, 5º y 6º curso) del Concurso de jóvenes intérpretes Villa de Molina en su IV edición. Actualmente estudia 4º curso de grado superior en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid bajo la tutela de Pilar Bilbao Iturburu.
Aurelia Mihali cursó estudios de piano y violín en su ciudad natal en Ucrania para finalizar el grado medio con la profesora Marianna Sokach en D.Y. Zador de Uzhhorod en Zapartia, también en Ucrania. En el curso 2014-15, se trasladó a Madrid donde comenzó el grado superior de piano en el Real Conservatorio Superior de Música en la cátedra de Elena Orobio. Ha recibido clases magistrales de pianistas como Valeriy Kozlov, Joseph Ermini, Anatoly Zatin, Jorge Luis Prats, Nikolai Lugansky, Aitor Hevia y Josep Colom. Cuenta con numerosos premios y reconocimientos como el primer premio de la tercera edición del Concurso internacional para jóvenes pianistas Barvinskyi de Ucrania y el diploma de honor del Concurso Heinrich Neuhaus en 2013.
Ha colaborado con diversas agrupaciones como el coro de cámara Cantus en el proyecto The Soul dirigido por Emil Sokach en Ucrania, la Joven Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid en los conciertos didácticos y familiares interpretando El carnaval de los animales de Camille Saint-Saëns bajo la dirección de Carlos Ocaña (noviembre 2016), y en la zarzuela El chaleco blanco de Federico Chueca dirigida por Jordi Navarro (diciembre 2016 – enero 2017) en los Teatros del Canal y en el Auditorio de San Lorenzo del Escorial. Interesada por la educación musical infantil, realiza una labor docente como profesora de piano, ya en la escuela de música de Uzhhorod (Ucrania) y posteriormente en el Colegio San Ignacio de Loyola de Torrelodones (Madrid). Actualmente es profesora titular de piano en el International College Spain donde imparte la docencia en inglés.
Ha colaborado con diversas agrupaciones como el coro de cámara Cantus en el proyecto The Soul dirigido por Emil Sokach en Ucrania, la Joven Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid en los conciertos didácticos y familiares interpretando El carnaval de los animales de Camille Saint-Saëns bajo la dirección de Carlos Ocaña (noviembre 2016), y en la zarzuela El chaleco blanco de Federico Chueca dirigida por Jordi Navarro (diciembre 2016 – enero 2017) en los Teatros del Canal y en el Auditorio de San Lorenzo del Escorial. Interesada por la educación musical infantil, realiza una labor docente como profesora de piano, ya en la escuela de música de Uzhhorod (Ucrania) y posteriormente en el Colegio San Ignacio de Loyola de Torrelodones (Madrid). Actualmente es profesora titular de piano en el International College Spain donde imparte la docencia en inglés.
Información
- Salón de actos
- Sábado 21 de abril, 12:00 horas
- Entrada libre y gratuita. Aforo limitado