Juana Mordó fue una figura esencial, pionera y fundadora de una galería de arte de vanguardia en Madrid durante la segunda mitad del siglo XX. Mujer dotada de una gran cultura artística y literaria, con notable sensibilidad para las artes plásticas, por su sentido de la organización y capacidad de trabajo fue un ejemplo seguido por una nueva generación de galeristas. A ella se debió en gran medida el afianzamiento y la difusión del arte español contemporáneo. Sin Juana Mordó las obras de pintura, escultura y dibujo de los artistas españoles de vanguardia no hubiesen alcanzado las cotas más altas de aceptación social.
Helga de Alvear, siempre activa y plena de entusiasmo, ha recogido la llama encendida por Juana Mordó. Como amiga y colaboradora suya, continúa brillantemente la labor emprendida por su maestra.
La donación a la Academia de la colección de Juana Mordó-Helga de Alvear está compuesta por obras de algunos de los pintores más representativos de los años 50 a los 80 y dos pequeñas esculturas de Pablo Serrano. Varios de los artistas de esta colección han pertenecido o pertenecen a la Academia, como Manuel Rivera, Rafael Canogar, Darío Villalba, Joan Hernández Pijuan o Gustavo Torner.
En el caso de Fernando Zóbel o Gerardo Rueda fueron académicos electos que fallecieron antes de leer su preceptivo discurso de entrada en la Corporación. También es de señalar los artistas independientes que como Lucio Muñoz, Francisco Farreras, Antonio Lorenzo, Bonifacio, José Luis Fajardo o el japonés afincado en España Mitsuo Miura fueron afines en su búsqueda de una plástica del informalismo o del "arte otro" abstracta. Igual sucede con los pintores catalanes Josep Guinovart y Joan Fontcuberta.
Un tanto aparte son las escasas obras figurativas de Matías Quetglás, Jacinto Salvadó y el magnífico retrato de Juana Mordó dibujado por Daniel Quintero.
Dentro del legado hay que contar con tres obras de artistas anteriores a las vanguardias de los años 50: una plancha de cobre de Salvador Dalí, titulada La vida es sueño, y dos dibujos, uno surrealista de José Caballero y otro del pintor manchego Gregorio Prieto.
El legado Juana Mordó-Helga de Alvear a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, constituido por cincuenta y siete obras, fue una muestra más de la acción que en pro del arte contemporáneo español llevaron a cabo las dos donantes a lo largo de los años.
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