Concierto

Orquesta de Cuerda RCSMM Mahler, Debussy, Turina, Tchaikovski

Bajo la dirección de Joaquín Torre, la Orquesta de Cuerda del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid da continuidad a la programación musical conjunta para el año 2018 de la Academia y el Conservatorio. 

Programa

Gustav Mahler (1860-1911). Adagietto de la Quinta Sinfonía

Claude Debussy (1862-1918). Danzas Sacra y Profana
  1. [Ana Aguilar, arpa solista]

Joaquín Turina (1882-1949). La oración del torero, op. 34

Piotr Ilich Tchaikovski (1840-1893). Serenata para cuerdas op. 48 en do mayor
  1. Pezzo in forma di sonatina: Andante non troppo – Allegro moderato
  2. Valse: Moderato – Tempo di valse
  3. Élegie: Larghetto elegiaco
  4. Finale (Tema ruso): Andante – Allegro con spirito


Gustav Mahler, Adagietto de la Quinta Sinfonía

Gustav Mahler comenzó a componer la Quinta Sinfonía en Do# menor en 1901 y la concluyó en el otoño del año siguiente, aunque continuó revisándola hasta un año antes de su muerte, en 1911. Mahler escribió tanto obras sinfónicas a gran escala como canciones –muchas de ellas con acompañamiento orquestal–. La carrera profesional de Mahler comenzó como director, la composición era una actividad que realizaba únicamente durante el tiempo libre. Mientras fue director de la Orquesta Estatal de Viena entre 1897 y 1907 defendió un modelo de idealismo post-wagneriano para el teatro musical alemán. Inicialmente sus composiciones fueron consideradas por algunos demasiado excéntricas; solo durante la última década de su vida comenzó a disfrutar del apoyo de la crítica y del éxito popular que ayudaron a asegurar la supervivencia póstuma de su reputación como compositor. A partir del centenario de su nacimiento en 1960 hubo una revalorización de su figura como compositor en Inglaterra y Estados Unidos, donde rápidamente llamó la atención de un público joven. Esto hizo que, en la década siguiente, Mahler se convirtiera en uno de los sinfonistas más frecuentemente interpretados y grabados. Su popularidad e influencia en otros compositores justifica que sea considerado una de las figuras más importantes de la música europea en el siglo XX.

El Adaggieto es el cuarto movimiento de la Quinta sinfonía de Gustav Mahler. En él se unen Eros y Tánatos, el amor y la muerte, el carácter esquivo de uno e inexorable del otro. Hay un asomo del “motivo de la muerte” del Tristán e Isolda de Wagner, que significa amor hasta la muerte. Según Mengelberg, amigo y compañero de profesión de Mahler, con el Adaggieto, el compositor le está prometiendo amor inmortal a su esposa Alma, a la que conoció y con la que se casó durante el tiempo de composición de la sinfonía, y de la cual estuvo profundamente enamorado. 

La armonía tonal, en Fa Mayor, que presenta la pieza, es característica de un romanticismo tardío. Contiene elementos armónicos, formales y melódicos que sintetizan toda la práctica musical del siglo XIX. Encontramos acordes con continuas apoyaturas y retardos que no siempre resuelven, notas extrañas a la armonía, acordes en inversión, pedales y cromatismos; todo esto produciendo cierta tensión y retrasando al máximo la sensación de estabilidad. La textura musical es de melodía acompañada, que va fluyendo a través de los diferentes instrumentos de cuerda: violines, violas o violonchelos. También destaca en el tratamiento orquestal el papel del arpa que, aunque solo realiza un acompañamiento de acordes arpegiados, otorga claridad y un color determinante. Todas estas características musicales, junto con la indicación de tempo que podríamos traducir como “muy lentamente” (Sehrlangsam), proporcionan a la obra un nivel elevado de dramatismo.

Claude Debussy, Danse Sacré y Danse Profane para arpa

El compositor francés Claude Debussy (1862-1918) compuso estas dos danzas para arpa y orquesta de cuerda en 1904. La familia Pleyel –firma familiar de fabricación de instrumentos– encargó las piezas al compositor con motivo de una competición de arpa en París. Junto a las Danses Sacré y Profane, en esta competición participó también la obra Introducción y Allegro para arpa, cuarteto de cuerda, flauta y clarinete, de Maurice Ravel (1875-1937) a quien le que fue encargada por la firma de la familia Erard. Estos encargos cubrían la necesidad de procurar nuevo repertorio para las arpas cromáticas que ambas firmas fabricaban, proporcionando así material para los exámenes del Conservatorio.

Las dos danzas de Debussy están, pues, escritas originalmente para arpa cromática, pero el desuso paulatino de esta modalidad de arpa, hasta su desaparición en 1950, ha hecho que la obra se interprete desde entonces con el arpa de pedales. Danse Sacré, la primera de las danzas, está compuesta en el modo antiguo dórico –el uso de los modos antiguos es uno de los recursos utilizados en los nuevos movimientos que se abrían paso en el siglo XX–. Es una danza de carácter dulce, la importancia del sonido es mayor que en la segunda danza y tiene cierta complejidad en el manejo de los pedales. Es una pieza semejante a Las bailarinas de Delfos de los preludios que el mismo Debussy compuso en 1895, pero en concreto esta primera danza, está basada estilísticamente en la Cançao do Berço (Lisboa, 1896) del compositor portugués Francisco de Lacerda (1869-1934). 

Danse Profane, la segunda de las danzas, compuesta en el modo antiguo lidio, es una pieza más brillante y más agresiva que la primera de las danzas; arpísticamente hablando, se trabaja la técnica, los matices y la velocidad. Aunque son piezas separadas, el compositor logra su objetivo de unirlas estilísticamente, anticipando motivos de brillantez de la segunda danza en la primera, sin perder el carácter de dulzura que caracteriza a la Danse Sacrée. Claude Debussy fue artífice del denominado impresionismo musical nacido en Francia a principios del siglo XX y uno de sus más relevantes representantes. Sus innovaciones abrieron paso a las nuevas tendencias musicales del siglo XX y Danses Sacré y Profane son un buen ejemplo de ello. 

Joaquín Turina, La oración del torero op. 34

Aunque originalmente La oración del torero (1925) fue compuesta para cuarteto de laúdes, la versión del concierto en la Academia es la adaptación que el propio Joaquín Turina (1882-1949) realizó para orquesta de cuerda, dos años después, en 1927. Previa a esta adaptación definitiva para orquesta de cuerda, el compositor había realizado también una versión para cuarteto de cuerda. Turina trata de plasmar su propia visión de la España de su época en esta obra. El siguiente comentario del propio compositor iba incluido en el programa del día del estreno en Barcelona, el 23 de octubre de 1928:

“Una tarde de toros en la Plaza de Madrid, aquella plaza vieja, armónica y graciosa, vi mi obra. Yo estaba en el patio de caballos. Allí, tras de una puerta pequeñita, estaba la capilla, llena de unción, donde venían a rezar los toreros un momento antes de enfrentarse con la muerte. Se me ofreció entonces, en toda su plenitud, aquel contraste subjetivamente musical y expresivo de la algarabía lejana de la plaza, del público que esperaba la fiesta, con la devoción de los que, ante aquel altar, pobre y lleno de entrañable poesía, venían a rogar a Dios por su vida, acaso por su alma, por el dolor, por la ilusión y por la esperanza que acaso iban a dejar para siempre dentro de unos instantes, en aquel ruedo lleno de risas, de música y de sol”.

La creación artística de Joaquín Turina se engloba dentro del denominado nacionalismo musical español, que tiene como antecesores principales a Manuel de Falla e Isaac Albéniz, entre otros. Ambos autores ejercieron una poderosa influencia en Turina. En uno de sus conciertos en París, Albéniz –que asistió como público– le animó a usar el canto popular español en sus obras. Al estilo de Turina se le ha considerado también parte del “andalucismo”, término aplicado a aquellas obras que resaltaban los tópicos de la música andaluza, catalogados muchas veces como folclorismos evidentes y superficiales. Pero La oración del torero combina elementos de la música tradicional española y andaluza con un lenguaje impresionista del que Turina se impregna en su viaje a París; una combinación de elementos usada con anterioridad por Isaac Albéniz.

Turina supo abordar las distintas técnicas compositivas del París de comienzos de siglo, adaptándolas a su personalidad de “sevillano fino, sensitivo y apacible”. Creando una obra propia a la que se ha considerado representativa de un lirismo andaluz particular, teñido de delicadeza y recogimiento. Es difícil imaginar que Turina concibiera esta obra para cuarteto de laúdes, al apreciar el color exuberante que emana de la versión orquestal. En la primera parte las cuerdas vibran y resuenan de manera insinuante creando un estado de ánimo reverencial ya que el torero trata de encontrar la paz interior. El tema de un pasodoble que aparece y desaparece se combina con elementos puramente melódicos, basados principalmente en el modo frigio o modo de mi, característico de la música española, andaluza y flamenca. Después de que se exponga el tema principal, el drama y la tensión de la plaza se eleva brevemente alcanzando un clímax musical brumoso y dramático. La oración termina como comenzó, silenciosa y serena, en un ambiente de recogimiento y rezo cantado de un torero que en la capilla espera para salir al ruedo.

Piotr Ilich Tchaikovski, Serenata para cuerdas op. 48 en do mayor

La Serenata para cuerdas se estrenó el 21 de noviembre de 1880 en un concierto privado en el Conservatorio de Moscú, concebido especialmente para la ocasión por un grupo de profesores y estudiantes con el fin de dar una sorpresa y agasajar al compositor, después de una larga ausencia del Conservatorio. La recepción de la obra resultó bastante exitosa por lo que Tchaikovsky trató de que volviera a representarse, objetivo que finalmente logró: la primera interpretación pública del Op. 48 tuvo lugar en San Petersburgo, el 18 de octubre de 1881, en el tercer concierto de la Sociedad Musical Rusa.

Piotr Ilich Tchaikovski nació en Vótkinsk, Rusia, el 7 de mayo de 1840. Desde muy temprana edad destacó por sus cualidades interpretativas por lo que, en contra de los deseos de su familia, decidió seguir el camino musical, incluso después de haberse graduado en 1859 con el rango de consejero titular en la carrera de funcionario. Aunque la formación occidental que recibió lo mantuvo relativamente separado del movimiento contemporáneo nacionalista conocido como el “Grupo de los Cinco”, Tchaikovski mantuvo una relación profesional y personal con estos músicos, compartiendo entre otros elementos, la inspiración nacionalista para sus obras musicales. Pero además de por su contenido musical autóctono, la música de Tchaikovski destaca por el uso de un amplio ámbito de técnicas compositivas; simulaba la elegancia del rococó desde una forma clásica y equilibrada y lo combinaba con un estilo más característico de los nacionalistas rusos. En algunas de sus obras, como en el concierto para violín, el capricho italiano, en las suites orquestales y la serenata para cuerdas, Tchaikovski hace uso también de una estética pre-romántica. 

La Serenata es una obra de intensa expresividad de las cuerdas, una obra emotiva y de gran sabor y cualidad autóctonos rusos. Compuesta por cuatro movimientos, comienza por una forma de pequeña sonata (Pezzo in forma di sonatina: Andante non trompo). En este movimiento Tchaikovski utiliza un lenguaje clásico: exposición y re-exposición de temas contrastantes entre sí. La introducción Andante con su indicación sempre marcatissimo, está repleta de pasajes con dobles cuerdas en los violines y violas, que generan densas estructuras de acordes. Esta introducción es evocada al final del movimiento y vuelve a aparecer más tarde en la coda del cuarto movimiento, dando unidad a la totalidad de la obra. El segundo movimiento, Valse, sigue el mismo esquema utilizado por Tchaikovski para sus grandes ballets, pero finaliza con un pianissimo que lleva a la audiencia al recogimiento necesario para dar comienzo a la Elegia. Ésta se basa en un motivo construido sobre una escala ascendente. El cuarto movimiento Finale recrea temas característicos la música tradicional rusa. La Serenata para cuerdas está considerada una obra fundamental en la música romántica, ejemplo de la exquisita sensibilidad y musicalidad de su compositor.

Lola Fernández Marín (coord.)

 

Director y concertino
  1. Joaquín Torre

Violines I

  1. Jorge Génova
  2. María López
  3. Sara Molina
  4. Carlos Ortega
  5. Diego Pinto
  6. Samuel Sedano

Violines II

  1. Pablo Calderón
  2. Óscar Lerma
  3. Estefanía Llorente
  4. Arabela de Miguel
  5. Ana Carmen Sánchez
  6. Manuel Urios

Violas

  1. Lucía Borque
  2. Carmen Gragera
  3. Mario Guerrero
  4. Alejandro Lobo
  5. Eduardo Lucena

Violonchelos

  1. Miren Conti
  2. Andrés Marabini
  3. Claudia Salazar
  4. Diana Sanz

Contrabajo

  1. Ismael Campanero

Arpa

  1. Ana Aguilar Pérez

Nace en Murcia en 1996. Comienza sus estudios de arpa a los ocho años en el Conservatorio Profesional de Murcia con Sonia Rodríguez Llamas, con quien termina las enseñanzas profesionales. En 2017 realiza un año intensivo de estudios con una beca Erasmus en la École Supérieure de Musique et Danse Nord de France, bajo la tutela de Anne Le Roy. Actualmente cursa 4º de Grado Superior con Susana Cermeño en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid. 

Ha ganado varios premios a temprana edad en el concurso Internacional ArpaPlus. Ha sido miembro de la JORCAM y además colabora en orquestas profesionales nacionales e internacionales, como la Orquesta de Radio Televisión Española, la Orchestre de Douai (Francia) o “Concerts préludes” con la Orchestre National de Lille (Francia).

Ha recibido clases magistrales de grandes arpistas como Gabriella Dall’Olio, Sylvan Blassel, Chantal Mathieu o Isabelle Perrin. En 2017 fue seleccionada como alumna representante española en el Festival Internacional de Arpa Tierra 47.

Debe su formación violinística a los profesores Alfonso Ordieres, Francisco Comesaña, Dorothy Delay, Raphael Bronstein y Félix Andrievsky, cursando estudios en centros como el Conservatorio de Música de Oviedo, Real Conservatorio de Música de Madrid, Manhattan School of Music, Juilliard School of Music y Royal College of Music. Ganador del XXVII Concurso “Isidro Gyenes” (Madrid, 1990) y del “Lucy Dove Prize” (Londres, 1992), su labor concertística se ha desarrollado en Europa, Canadá, Estados Unidos, Sudamérica, Japón y Oriente Medio.

Asimismo, ha participado en numerosos festivales de música como Aspen Music Festival (EEUU), Académie Internationale de Músique de Tours (Francia), Schleswig-Holstein Musik Festival (Alemania), Festival de Música de Cámara de Tuy, Festival Internacional de Música de Espinho (Portugal) y Festival de Noches de Música Española de Muscat (Omán), entre otros. Ha sido profesor de la Escuela Superior de Música Reina Sofía y del Joven Festival Wagner en Bayreuth (Alemania). Actualmente es profesor de violín en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid y en la Universidad Alfonso X “El Sabio”. Sus alumnos han logrado premios en concursos internacionales, y forman parte de las principales orquestas y conservatorios españoles. Toca con un violín Testore (Milán, 1740) y un arco J. M. Persoit (París, 1830).
 

Información

  • Salón de Actos
  • Sábado 10 de marzo, 12:00 horas
  • Entrada gratuita. Aforo limitado
  • Acceso por orden de llegada. Se recomienda acudir con suficiente antelación

Organizadores

 

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